Algunos se arrodillan al oír las siglas HBO. Yo, en cambio, me pongo en posición defensiva: su ficción puede ser de muy alta calidad y tener guiones que ya le gustaría tener para sí Scorsese, pero introducirse en ella a veces puede resultar difícil (con esto, por supuesto, no me refiero al palomiterismo de True Blood).
Son series densas y con un ritmo argumental que se diferencia claramente de las propuestas de las cadenas generalistas y de cable (a excepción de la aMC con Mad Men) porque son como la vida misma. Son una rutina serializada y la cuestión es si se entra en ese modus vivendi (tampoco hablo de Sexo en Nueva York, que para muchos es como si nunca hubiera sido de la cadena). Y ahora la vida de los Henrickson, la maxifamilia de Big Love, me tiene completamente abducido. ¿Cómo he llegado al extremo de sentirme tan fascinado por su modelo familiar polígamo? El secreto está a la vista: las tres esposas protagonistas, todas ellas distintas, y cómo intentan superar sus desavenencias por el bien de la familia.
Pero no se trata del retrato de una familia sectaria, retrógrada y alejada de su tiempo: es el intento de conciliar un principio antes aceptado por la iglesia mormona dentro de la sociedad modernizada del bienestar. Y, al alejarse de las imposiciones religiosas y del tufo sectario (que también se contempla en contraste, que esto no es una comedia de situación), crea una figura nueva para el espectador.
Esas mujeres no son hermanas, tampoco sienten ninguna atracción física la una para la otra (por lo menos en esta primera temporada que he visto) y encima comparten marido; sin embargo, han sido capaces de estrechar entre ellas unos lazos más fuertes que los de las hermanas. Son esposas las unas de las otras, con un amor forjado con el tiempo y de forma voluntaria. Es algo que, de no ser por Big Love, quizá nunca hubiera experimentado. La magia del arte.
Todo este planteamiento, sin embargo, no hubiera sido posible sin una gran compenetración entre las actrices que encarnan tan complejos personajes. Ellas son Jeanne Tripplehorn, Chloë Sevigny y Ginnifer Goodwin, que seguramente tuvo la suerte de encontrar un papel hecho a su medida, el de la última esposa en incorporarse, infantil, caótica pero un derroche de alegría.
Lo de Tripplehorn y Sevigny, en cambio, va más allá porque su relación de indirecta confrontación es el motor de la serie. Ambas, muy a menudo con sólo miradas, nos meten bajo la piel la rabia, el respeto y el amor que sienten la una por la otra. Consiguen electrizar con su química y se hacen querer con unas interpretaciones complicadas: la primera, por su tangible presencia compatible con la sutileza, y Sevigny por humanizar a la consumista, conservadora y feroz segunda esposa.
Son series densas y con un ritmo argumental que se diferencia claramente de las propuestas de las cadenas generalistas y de cable (a excepción de la aMC con Mad Men) porque son como la vida misma. Son una rutina serializada y la cuestión es si se entra en ese modus vivendi (tampoco hablo de Sexo en Nueva York, que para muchos es como si nunca hubiera sido de la cadena). Y ahora la vida de los Henrickson, la maxifamilia de Big Love, me tiene completamente abducido. ¿Cómo he llegado al extremo de sentirme tan fascinado por su modelo familiar polígamo? El secreto está a la vista: las tres esposas protagonistas, todas ellas distintas, y cómo intentan superar sus desavenencias por el bien de la familia.
Pero no se trata del retrato de una familia sectaria, retrógrada y alejada de su tiempo: es el intento de conciliar un principio antes aceptado por la iglesia mormona dentro de la sociedad modernizada del bienestar. Y, al alejarse de las imposiciones religiosas y del tufo sectario (que también se contempla en contraste, que esto no es una comedia de situación), crea una figura nueva para el espectador.
Esas mujeres no son hermanas, tampoco sienten ninguna atracción física la una para la otra (por lo menos en esta primera temporada que he visto) y encima comparten marido; sin embargo, han sido capaces de estrechar entre ellas unos lazos más fuertes que los de las hermanas. Son esposas las unas de las otras, con un amor forjado con el tiempo y de forma voluntaria. Es algo que, de no ser por Big Love, quizá nunca hubiera experimentado. La magia del arte.
Todo este planteamiento, sin embargo, no hubiera sido posible sin una gran compenetración entre las actrices que encarnan tan complejos personajes. Ellas son Jeanne Tripplehorn, Chloë Sevigny y Ginnifer Goodwin, que seguramente tuvo la suerte de encontrar un papel hecho a su medida, el de la última esposa en incorporarse, infantil, caótica pero un derroche de alegría.
Lo de Tripplehorn y Sevigny, en cambio, va más allá porque su relación de indirecta confrontación es el motor de la serie. Ambas, muy a menudo con sólo miradas, nos meten bajo la piel la rabia, el respeto y el amor que sienten la una por la otra. Consiguen electrizar con su química y se hacen querer con unas interpretaciones complicadas: la primera, por su tangible presencia compatible con la sutileza, y Sevigny por humanizar a la consumista, conservadora y feroz segunda esposa.
No obstante, la genialidad de esta obra tiende a pasar desapercibida. Es la hija ignorada de la cadena, de la que ni tan siquiera hablan los aduladores de la factoría y quizá suceda porque es lo que entiende la HBO de las mujeres desesperadas. Y siento decirlo (y que me lluevan piedras por ello), pero empiezo a sospechar que cuando son las mujeres y sus asuntos los que llevan las riendas de una ficción, automáticamente se la rebaja.
14 comentarios:
Yo he visto ya dos temporadas (la segunda crece bastante en intensidad) y me tiene muy enganchado a pesar de su ritmo pausado y su aparente sencillez. Los guiones son exquisitos y los actores inmensos, y trata sobre temas que me interesan bastante (el cáncer que supone la religión, los distintos modelos de familia, los prejuicios sociales, etc.) de forma muy delicada y realista.
Es una pequeña joya y una grandísima lección de moral y costumbres.
Yo no he visto esta serie pero con lo bien que hablas de ella me han dado ganas de verla..
Saludos desde mi cielo!
Yo le tengo muchisiams ganas desde hace tiempo, epro nunca le doy encontrado el hueco. Espero que no tarde mucho en hacérselo, porque pinta muy muy bien.
Saludos!
EStoy de acuerdo contigo parece que cuando una serie está protagonizada por mujeres es inferior por algún motivo que se me escapa a la de los tíos. Muchos siempre tildarán a Sexo en Nueva York como una serie pàra tías o Buffy o cualquier otra donde la voz cantante sea la de una mujer. Una auténtica injusticia pero es así de sectario.
Efectivamente ignorada porque no había oído hablar de ella hasta ahora... pero promete, por lo menos merece la pena un vistazo por original. Gracias, estaba volviendo a ver series de antaño para matar el verano pq no encontraba nada nuevo q me llamase del todo!
vaya que tienes razón, apenas llevo cinco episodios con ella y me tiene enganchado, la verdad no me esperaba una serie tan fresca y divertida, sus personajes son lo mejor aunque tal vez el que no cumpla muy bien es Bill a veces muy alejado de la ajetreada vida de las esposas pero sigue siendo excelente
Creo que expresas muy bien la sutilidad del juego de miradas de la serie, donde lo que "se mira" comunica, a veces, más que lo que "se dice".
Por cierto, en densas y con ritmo argumental diferente, me permitiría sumar el Breaking Bad de la AMC y, por supuesto, un par de imprescindibles propuestas de FX: Sons of Anarchy y The Shield.
Justo todos los críticos destacan de Big Love lo mismo que tú, a las esposas de Bill. He visto cosas sueltas, igual tengo que darle una oportunidad más en serio.
Warren, he empezado la segunda y ya noto que está más rodada. La inercia entre todas ellas fluye con más naturalidad. Y sí, trata la religión y la familia desde un prisma amplio. Y, al final, ni castiga ni eleva a los protagonistas: que el espectador elija que opina de su modelo de familia.
cielo azul, es 'HBO meets Desperate Housewives'. ¡A ver qué te parece!
Telespectador, yo ni me lo planteaba, pero como quería culebrones familiares para el verano decidí probar este de la HBO.
Rebeca, lo de Sexo en Nueva York es de juzgado de guardia. Es de las mejores y más innovadoras series de la historia de la televisión y, con el tiempo, se la cargan. Era frívola a ratos, pero también había en ella un gran conocimiento en el mundo de las relaciones y unos diálogos sobre sexo que revolucionaron al personal.
Allegra, yo este verano también estoy mirando cosas del pasado: Big Love, Firefly, Buffy, Orgullo & Prejuicio, The Wire... Para esto sirve el verano.
dsm, pues espérate. Esta primera temporada va ganando capítulo a capítulo. Cada vez se aprovecha más la interacción entre ellas. Ese duelo Tripplehorn VS Sevigny me tiene enamorado. Y sí, Bill está un poco aparte (algo que también se acentúa), pero que le da una dimensión más culta al producto, con sus problemas con la secta. Sin esta parte, quizá sería demasiado ligera.
Nahum, no he opinado sobre estas porque no las he visto. SoA está en la recámara, BB no me suscita ningún interés y creo que en otoño quizá empiece The Shield, que ya vi un poco por TV3 (Titulada Vic Mackey).
MacGuffin, es lo más adictivo que he visto de la HBO desde Sexo en Nueva York. Claro que ya sabes que a mí las series de mujeres me encandilan siempre.
Pues me quedo con el útlimo párrafo. Las series con mujeres con más protagonismo, que por eso no significa que no puedan interesar a los hombres, como Mujeres Desesperadas (Sexo en Nueva Yor sí es para mujeres), están despreciadas, vapuleadas, hundidas, no cuentan,...y seguiría escribiendo. Si House fuese mujer no se le haría tanto caso y no se hablaría tan bien.Mira lo que ha aguantado Mujeres Desesperadas en la 1 (no hace unos años, sino ahora este verano). Respecto a esta serie no me interesa. Me gustan las series menos comerciales pero eso no significa que sean buenas,y las de la HBO están muy sobrevaloradas y cortadas por un mismo patrón que ya cansa demasiado.
jantérez, Sexo en Nueva York podía ir dirigida al público femenino (aunque cualquiera puede gozar con ella) y justamente por esto, con el tiempo, se la está arrinconando. Parece que se han olvidado de lo que significó (algo que la película, por mala que fuera, demostró: 166 millones de dólares en EEUU evidenciaron que fue una serie que dejó una gran huella en el colectivo).
Las mujeres de Sexo en Nueva York no son muy creibles como mujeres reales (en una serie que en cierta medida habla de las mujeres de hoy). Pero eso también pasa en otras series, y sobre todo pasa en muchas series con los personajes masculinos que las protagonizan, pero no se critica. Por ejemplo, Entourage o El Séquito, House siendo como es a veces no es creíble que tenga a bastantes mujeres locas por él, Mad Men tiene cierto toque machista (no sólo la sociedad que retrata), etc. Se le pone peor a Sexo en Nueva York de lo que en realidad es, hay claramente machismo aunque no se diga. Y pasa peor con las series con más protagonismo de mujeres, pero que tratan muchas veces temas universales o que pueden afectar tanto a los hombres como a los mujeres
Hola Criticoenserie!!
Tengo que reconocer que veo Big Love por mi mujer, ya que empezamos compartiéndola ambos y, tras finalizar la primera temp, yo me borré, simplemente dejó de llamarme la atención.
Por la segunda temp pasé de largo y ahora, sin embargo, con la tercera tempque están pasando ahora en C+ estoy enganchado de nuevo.
Lo que me resulta curioso es que, ante cada capítulo mi sensación de apatía es enorme, empiezo a verlo sin mucha fe y cuando se acaba siempre digo lo mismo... "me vería tres seguidos" :D
Por cierto, una mención especial para la trama adolescente de la serie, las chicas y chicos están muy creíbles y la dualidad que vive Amanda Seyfried (la hija de Bill y Barb) existente entre su polígama familia y "el mundo real" está muy bien llevada.
Salu2
Elextranger, del primer episodio al último, se notan ciertos cambios: el ritmo se agiliza. Y tienes razón cuando dices que Seyfried, con su mirada marciana, aporta ese visión crítica de la familia, a la vez que lo respeta. Y lo mejor es que, pese a ser adolescentes, no se los ningunea. Es más: la villana ha sido siempre una niña de 16 años. Creo que ni el profeta era tan inquietante como la diabólica y maquiavélica Rhonda.
Saludos ;)
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