jueves, 2 de septiembre de 2010

El corazón de Zoe

Podría sobrevivir sin conocer todas y cada una de las doce colonias. De Battlestar Galactica no disfruté nunca tanto de las características propias de las culturas como del microcosmos que establecieron aislados en medio del universo, de la filosofía militar que imperaba y de la práctica imposibilidad de una democracia en tiempos de guerra. Quizá por ello, porque nunca tuve curiosidad por aprender mucho más de los creyentes de Gemenon (como tampoco me interesó especialmente Tatooine en su momento), tampoco quise dar una oportunidad a Caprica, que encima sería una precuela cuyo final ya conocíamos. Pero Zoe voló con el tren, y la otra Zoe se quedó sin cuerpo y rodeada de promesas vacías, y yo me quedé pegado al sofá aplaudiendo a Ron D. Moore por ser el genio que siempre nos había dado a entender que era.


La presencia de una versión reducida (y con la piel aún tersa) del comandante Adama no ata Caprica a Galactica. De hecho, su vínculo es mucho más conceptual y Caprica bien podría ser una colonia que nunca conocimos, el propio planeta Tierra (que en realidad ya lo es) y además no tener nada que ver con la cultura cylon. Pues lo que de verdad da continuidad en esta especie de spin-off es la explosión inicial. El amigo de Zoe suelta cuatro palabras y recordamos a los suicidas de United-93, a las víctimas del World Trade Center, del 11M y de cualquier israelí que estuviera dentro de algún fatídico autobús, como también hicieron los cylon con su macro-atentado que borró del mapa a las doce colonias. En el nombre de un Dios único, que se antoja verdadero pero que no otorga el poder de decidir quién merece respirar cada día.


Esta ambiciosa alegoría sobre el mundo actual, dividido en civilizaciones que algunos consideran unidas y otros ven como antagónicas, pero donde nadie puede ignorar el hecho de que hay roce, fue lo que hizo arrancar Battlestar Galactica con tanta fuerza. Nosotros, como personas, fuimos víctimas de ese vengativo plan y, con el tiempo, nos planteamos si en esos ojos rojos también podía haber humanidad. En cambio, con Caprica estamos del revés. Vivimos atrapados en escenarios virtuales y formas metálicas, pero nuestro corazón inexistente quiere latir. Ahora somos Zoe, el pecado original de una sociedad incapaz de ponerse freno.


Y con la mirada imperfecta de Alessandra Torresani y su leve afonía, Caprica es Frankenstein y a la vez Wall-E, la odisea de un presunto monstruo que lucha por sentir y hacerse sentir, y cambiar su condición de producto a nacimiento. También es el presente problema de confundir la fe y los hechos, la voluntad personal con la de un ser superior, y la incapacidad del ser humano por entender al prójimo. Como ya reflexionó mi amiga MacGuffin, Caprica podía caer en metáforas demasiado evidentes, al situar su trama en una sociedad organizada en ciudades (y no naves), pero su rápida concentración en el personaje de Zoe le da esa intimidad y personalidad que Moore ya logró con algunas escenas protagonizadas por Caprica 6 y Boomer. Eso sí, con una identidad completamente distinta que permite ver el magnífico piloto a cualquiera, incluso a los no-iniciados en este universo de la ciencia ficción.

3 comentarios:

satrian dijo...

El momento dualidad Zoe-Cylon fue un punto de inflexión comenzó a funcionar una parte de la trama de manera asombrosa, a mí si me interesa todas las culturas y creencias que se están proponiendo en la serie, los Tauron, los fumadores de ese opio púrpura, ese Matrix metido a última hora para dar cancha al personaje de la hija de Adama, de momento para mí redonda, y como te he dicho en Twitter, a mí Alessandra Torresani me vuelve loco.

Unknown dijo...

Ver la evolución de Zoe es, desde luego, lo más interesante de Caprica, del mismo modo que la búsqueda de su propia humanidad por parte de los cylones a mí siempre me pareció de lo más interesante de BSG (por eso Seis era un gran personaje).

Crítico en Serie dijo...

Satrian, aún no he llegado a ese Matrix, creo yo, porque solo he visto unos pocos episodios (cuatro, creo). Pero me ha fascinado. Eso sí, la veré poco a poco, que tampoco hay prisa: hasta el 2011 no habrá nuevos episodios. Así que no sería de extrañar que cualquier otro día volviera a hablar de Caprica.

MacGuffin, Caprica Seis acabó siendo uno de los mejores personajes de Galactica y Tricia Helfer nunca ha sido reconocida como el Dios único manda.