domingo, 16 de enero de 2011

La hora de rendir cuentas a Dios

Esta entrada contiene spoilers hasta el final de la cuarta temporada, que por algo es una reflexión de cara al estreno de la quinta de esta noche.


Sienta bien cuando una serie puede anunciar su próxima temporada como “The Final Season”. Es una garantía de que el tomo se escribe con la intención de cerrar las tramas y, en el mejor de los casos, de dar un sentido global a la obra de arte. Además, si se trata de una quinta temporada, también sabes que sus responsables habrán podido decir todo lo que tenían en mente. Y Big Love, que estrena su última temporada esta noche, tiene el reto de cumplir con las expectativas. No negaré que son altas, sobre todo porque Mark V. Olsen y Will Scheffer nos viciaron a unos estándares al alcance de pocas series, presentes y pasadas. Pero el mayor problema que afrontan es remontar la falta de tacto y el (abusivo) derroche de ideas de la cuarta temporada.


La salida del armario de los Henrickson era el paso natural que debía hacer la serie, porque aunque se sitúe en la actualidad ha creado su propio universo, en el que quizá puedan salir del embrollo en el que se han metido como ciudadanos decentes. De hecho, la atmósfera de ficción (originada a partir del guión) es lo que permite que asumamos ciertos matices de la serie, como por ejemplo la demonización de las relaciones prematrimoniales y homosexuales (soy el primero en condenarlas parcialmente si van en contra de la familia), o creamos durante una hora en valores como el sexo sin preservativos y la poligamia (respetuosa en Big Love pero misógina igualmente). Y mientras que son muchas las series que contradicen los principios del espectador (Sons of Anarchy, House), lo que tiene mérito es no indignarse con un tema tan peliagudo como es la religión, que por ejemplo a mí rápidamente me enerva.


En el cuarto año, sin embargo, perdieron el norte con muchas buenas intenciones y pocos resultados. Hubo tramas que no llegaron a ninguna parte (el atropello y el niño que Sarah acoge en casa), otras que bajaban del cielo (el trapicheo de los pájaros, las desventuras en México y sobre todo el innecesario embarazo de Anna) y demasiadas en general (la gestión del casino, el matrimonio de Margene (y su trabajo), la absorbente carrera al Senado de Bill y cualquier cosa que tuviera que ver con Zeljko Ivanek). Y con tanta información por episodio (en el que se barajaban, por lo menos, diez arcos argumentales distintos) se olvidaron de seguir regando las relaciones entre Barb, Nicki y Margie. En lugar de disfrutar de sus discusiones llenas de matices, envidias y sobre todo amor, todas las interacciones acabaron siendo peleas, donde cada personaje adquiría su faceta más estereotipada. No se equivocó Chloë Sevigny cuando criticó que la temporada había sido una "muy mala" (que tampoco era para tanto, pues seguía estando por encima de la media). Tras ganar el Emmy, le tocó hacerse la histérica en cada plano.


Las cuestiones a partir de hoy tocará resolver, más que la improbable aceptación de la sociedad norteamericana y en especial de Utah, será cómo se definirá la familia ahora que están al descubierto. Si Barb, que era primera esposa y por lo tanto tenía el lujo de ser la única cara visible del matrimonio, podrá asimilar su nuevo estatus, justo cuando le reconoce a Bill que ya no le necesita. Si la evolución de Nicki, que hubiera sido una zorra de instituto de cuidado de no haber nacido en Juniper’s Creek, comportará su firme oposición a la poligamia. Si Margene pondrá su trabajo por delante de la familia y su deber moral de tener más hijos. Y sobre todo si todas las piezas consiguen alinearse, porque cuando un matrimonio lo forman cuatro personas, aunque haya buenas intenciones no necesariamente se pueden reconciliar las posiciones. Lo único que espero, si la vida eterna para todos ellos no es posible, es que los despidan con cariño y una sonrisa final. Claro que antes de llegar al mortal clímax, espero que haya mucho, mucho drama.

6 comentarios:

Fhilippos dijo...

Yo espero que corrijan el desastre que hicieron en la cuarta temporada, después de tres temporadas que se podrían calificar como brillantes, y la season finale me da esperanzas de que así sea. El caso es que estuve leyendo algunas reseñas de críticos que ya han visto varios episodios y dicen que mejora pero que todavía siguen con demasiadas tramas abiertas que no saben cómo desarrollarán.

Esperemos que la quinta sea una temporada épica.

SR. WATANABE dijo...

Tengo mucha curiosidad por saber cómo va a acabar esta historia. Aunque les tengo mucho cariño a los personajes, me gustaría que el final fuera muy oscuro, e incluso doloroso. Uno, que es un poco masoca.

Unknown dijo...

yo intentaré verla sin expectativas, disfrutándola cada segundo

solo con los títulos de crédito ya se me acelera el pulso

welcome back!

titania (Verónica) dijo...

Uff... qué ganas de que volviera. Y pensar que al principio no me apetecía nada verla por el tema, que como dice Crítico, es incómodo y tiene muchísimo mérito habla de él sin ser desagradable y sin espantar al espectador. Yo debo ser rara porque disfruté mucho de la cuarta temporada también. Sí, estoy de acuerdo en que probablemente es la peor, pero es que es una maravilla ver a ese pedazo de elenco haciendo esta gran serie, como dice Luis, sólo con la música se me ponen los pelos de punta. Así que yo le tengo muchísimas ganas a esta última temporada y espero que me alucine de la misma forma que me han venido alucinando hasta ahora.

PD. yo también creo que debería tener un final oscuro.

Crítico en Serie dijo...

Felipe, pues a ver si estas tramas las han ventilado hacia mitad de temporada y así se pueden centrar en la esencia de la serie, el núcleo familiar, en los últimos episodios.

Watanabe y Titania, sois unos catastrofistas. Que no sea un final feliz para todos ellos, lo acepto. Pero desear oscuridad y dolor... es demasiado. No me importaría, por ejemplo, que Barb se fuera con el viudo indio del casino, que Margene se fuera por su lado y que Nicki y Bill acabaran siendo una familia monógama. Pero termine como termine, que sea con esperanza y una nota positiva. Aunque sea para decir que todas ellas conseguirán rehacer sus vidas. Eso sí, si Bill acaba más solo que la una me importará un rábano. Le tengo bastante poco aprecio y, ya puestos, yo a quien le deseo felices porvenires es a Barb, Nicki y Marge.

Luis, es una lástima que no regresen a los créditos de las primeras tres temporadas. La música es buena en ambos casos, pero me encantaban esas imágenes de ellos patinando y entre sábanas.

Unknown dijo...

a mi al principio tampoco me convenció el cambio, pero viendo la evolución de la cuarta temporada y donde han acabado entiendo que la caída al pozo estuvo muy acertada

y además que son preciosos también si no les tuviésemos tanto cariño a los primeros nos fliparían

es una pena que las nuevas series no sepan apreciar lo que significa una canción bien escogida y ahora, por culpa de lost supongo, y de la publicidad, se dedican a ponernos el título con un "sonidito"

seguro q nos hacen disfrutar como antes, porque como decías, con cada reunión de tareas y horarios yo alucinaba!

todavía no he podido ver el primero ¿impresiones sin spoilers?