Esta entrada contiene spoilers del último episodio de Big Love, que ya nos ha dejado.
Los títulos de crédito estrenados en la cuarta temporada de Big Love nos hacían augurar lo peor. Ese fondo negro, como si de un pozo sin fin se tratara, hacía temer que, como en esas imágenes, los protagonistas no fueran capaces de encontrarse en medio de la tormenta y cayeran hacia la desgracia desde la soledad. Por suerte, como indicaba la canción inicial de la serie de los Beach Boys, no se pueden entender Bill, Barbara, Nicolette y Margene por separado (God only know what I’d be without you). Esto no quiere decir que sean insignificantes por si solos, si no que hay veces, como cuando se forma una familia, donde el todo es más que la suma de sus partes.
Esta es la esencia de la serie, no hace falta ir más lejos y hablar de comunas polígamas, la llamada de Bill (sabíamos que era un profeta desde su primer año) y cazas de brujas. Podríamos resumir las pocas pegas de esta forma: Mark V. Olsen y Will Scheffer, los creadores, quisieron abarcar demasiado en la cuarta temporada y en esta quinta tuvieron que hacer esfuerzos para reconducir las aguas en sólo diez episodios. Como espectador noté en demasiados episodios que me faltaba el aire, con tantos sueños frustrados y rencor entre el matrimonio. Las lágrimas de Margie y la mezquina fiereza de Nikki podrían tensar e hinchar la vena hasta al más tranquilo de los seres, pero mi impotencia no quita que fueran necesarias. Ellas debían acabar su viaje y para ello antes teníamos que pasar por un infierno, que era obvio en los problemas políticos y judiciales de Bill pero mucho más profundo en la cabeza de sus mujeres.
Conocimos, por fin, cómo entró Margene en la familia, de una forma mucho menos legal de lo que creíamos. Con dieciséis años ya vistió su dedo anular con una alianza y así pudimos entender tanta entrega con sus nuevas amistades y trabajos. Tras tener los hijos y comprometerse, le tocaba crecer. Al igual que a Nikki le tocaba entender que los demás conocen todos sus defectos, su mala leche y aún así la quieren. Y Barbara, mi favorita, tenía que reconciliarse con Dios, después de tener crisis de fe se hallara en la iglesia en la que se hallara.
Su confrontación con Bill, de forma sutil, ejerció de motor de la temporada al poner sobre la mesa el verdadero dilema de la serie: la figura de la mujer en la poligamia y la rama mormona del patriarca. Cuando tenía asumido que, nos gustara o no, los Henrickson tenían unos ideales retrógrados, ella abrió paso a las dudas de los espectadores. Y su tira y afloja, que saca a la luz la faceta más machista de Bill, no termina con una conclusión contraria. Barbara no renuncia a sus propios ideales, sino que prefiere librar una batalla dentro de la iglesia de su marido que luchar por la aceptación en una religión que rechaza a su familia. Sin ellos no hay fe que valga.
Y las balas que atraviesan a Bill, fruto de la ignorancia y la impotencia de un individuo que me hizo acordarme de El Mundo Según Garp y de American Beauty, no son una escapatoria fácil para terminar Big Love. Demuestran, justamente, lo que pensábamos que era imposible: que el matrimonio Henrickson permanecerá unido por toda la eternidad y demuestra que sin un hombre estas mujeres, tres de los personajes más sólidos que se hayan visto en televisión, pueden sobrevivir, pasar la fe a las siguientes generaciones, ayudarse sin un mediador y encima amarse como las esposas que son unas de las otras. Y me parece la vía acertada.
Big Love nos ha enseñado durante estos cinco años que el compromiso es algo más que una palabra, que es fruto de una elección y comporta unas obligaciones detrás, entre las que se incluye esforzarse juntos para superar los obstáculos en lugar de desistir a la primera de cambio. Y Margie, Nikki y Barb no son de las que abandonan fácilmente.
5 comentarios:
Es una pena que Big Love siempre haya sido una de las series más ignoradas e infravaloradas de la HBO y es una lástima que seamos tan pocos los testigos de lo realmente buena que es.
Tenía bastante miedo a la quinta temporada (después del estropicio de la cuarta) pero me encantó como reconducieron las aguas y, sobre todo, el perfecto cierre que tuvo en donde queda más que patente de lo que realmente va la serie.
Por cierto, me encantó tu entrada. Larga vida a los Henrickson.
Supongo que el mayor problema fue nacer cuando Los Soprano tenía los días contados y sólo se hacía que hablar de ella. Ya sabes qué nos toca: reivindicar su grandeza y conseguir que ocurra algo parecido a The Wire. Bueno, por no decir que creo que tampoco se le para demasiada atención porque es demasiado 'de mujeres'. Pero ya sabemos cómo funcionan estas cosas...
genial entrada para el final de una de las mejores series que he visto
puede que sí, que la infravalores, pero lo que me queda claro es que no es para todo el mundo y me gusta saber que estoy disfrutando de algo que no está a la altura de todos, sé que puede sonar sobrado, pero es lo que creo
yo he disfrutado cada minuto y esta temporada ha sido trepidante, los finales siempre me dejan la sensación de que se precipitan según van llegando y en este caso, a pesar de disponer de 10 horas solamente lo han resuelto muy bien
larga vida a las Henrickson!
y como dice el opening
this is my home!
Luis, estoy de acuerdo que no es para todo el mundo, pero creo que el público HBO de toda la vida sí que debería amarla un poco más. ¿Cuánta gente se ha tragado todas las demás series de la cadena y ha pasado de esta porque intuyen que será demasiado femenina? Esa es, por lo menos, la impresión que tengo a veces.
Pues no estoy muy de acuerdo con tu valoración. A mi me ha parecido una salida fácil para darle carpetazo a un tema espinoso en una sociedad conservadora como la americana.
Muerto el perro se acabó la rabia, debieron de pensar los guionistas de la serie, y así además queda el mensaje subliminal de que los malos, los infieles, los polígamos... siempre mueren.
Y que además lo mate el vecino después de tantas vicisitudes es como si a Terminator lo matara un autobus 5 segundos antes del final de la peli... te quedas a cuadros!
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