Hay algunas series que requieren de una confianza abusiva por parte del espectador, y no estoy hablando de intrigas complejas. Me refiero a planteamientos simples que, por inverosímiles, ya cuestan de creer. Este es el ejemplo de Breakout Kings: una unidad policial que se dedica a perseguir presos que se dan a la fuga... con la ayuda de otros tres presos que durante las horas laborables conducen automóviles, abren casas y se divierten ante la mirada de tres agentes que, encima, se llevan mal entre ellos. Porque claro, si tienes que encargarte de un delincuente superdotado, otro de escurridizo y una posible asesina de cinco personas, lo mejor que puedes hacer es cuestionar las aptitudes de tu compañero y discutirte con él todo el rato para que los demás tengan claro que allí no hay quien se merezca su respeto.
Es así de simple. No la compro porque no puedo firmar el contrato de ficción que me toca rellenar como espectador. No sé si habrá algún caso real en que se diera esta situación, pero el trato que tienen con los criminales, cuyas sentencias se reducen un mes por cada preso capturado, me cuesta entenderlo, sobre todo con la dinámica que hay desde el primer día. “No te escapes porque si lo haces te vas a prisión de por vida”, dicen tras invitarles a un desayuno, dejarles las llaves de un coche y encima dejar su arma a la vista. Esto en la vida real sería como ponerle un filete a un perro y salir de la habitación confiado de que no se lo comerá. Demasiada ingenuidad. Y eso que el primer episodio me pareció entretenido dentro de unos límites.
Para ser una serie de casos para una cadena menor, A&E, que encima no tiene mucha práctica en el terreno de la ficción, el oficio que hay detrás es correcto, como lo había en The Glades, de la misma cadena, aunque también haya los mismos fallos. Los casos, a pesar de empezar con una muy interesante escena de fuga que les obligará a ser creativos cada semana, tienen un interés limitado que no se ve mitigado por unas interacciones que por definición son poco creíbles. Con Prison Break, de los mismos productores, estaba claro que había cosas que no cuajaban ni tan siquiera en la primera temporada si nos poníamos quisquillosos, pero era capaz de creerme el plan de Scofield. El hecho de que los dos detectives sean como perro y gato y que parezca que los presos estén de colonias y que los policías son sus monitores son obstáculos demasiado opacos para obviarlos. Por no hablar del personaje de Jimmi Simpson, un ex niño prodigio experto en perfiles criminales y que parece una copia cómica del genio de Mentes Criminales.
Lo más interesante del ejercicio son unos títulos de crédito que, ya aviso, son de los mejores que hay en televisión ahora mismo y el hecho que nos hayamos reencontrado con Domenick Lombardozzi. Siempre es divertido reencontrarse con los actores de The Wire y comprobar lo difícil que es abandonar una serie que se erigió en clásico indiscutible y que en cambio no les dio fama. En su caso, él se ve obligado a repetir el mismo papel que en Baltimore, pues su personaje es como Herc, y hasta se podría decir que está de suerte. Tras ver a Sonja Sohn de elemento decorativo en Body of Proof y enterarnos de que Felicia ‘Snoop’ Pearson había sido detenida por trapichear con drogas, está claro que repetir registro como también Lance Reddick no es la peor de las salidas.
6 comentarios:
El único reclamo que tienen es el episodio de esta semana donde vuelve Robert T-Bag Knepper, pero tampoco creo que les sirva, flojita la nueva serie de A&E.
Lo bueno es que repite personaje, pero... qué quieres que te diga. En Prison Break me harté de T-Bag ya en la segunda temporada, cuando ya nada tenía lógica.
Aún no le he visto, pero volver ver a T-Bag como T-Bag es reclamo suficiente para mí, amante acérrimo de Prison Break en sus dos primeras temporadas (vamos, hasta que se negaron a pensar que sí tenían que acabarla).
aqui porfin pude realmente un buen articulo!
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