La hija equivocada

Hay series cuya premisa es tan chillona que oculta en cierto modo lo que realmente las hace diferentes y este es el caso de Switched at Birth. Su título, tan directo y explicativo, hace pensar que el hecho diferencial es el planteamiento, el de dos adolescentes que un día descubren que han sido criadas por una familia equivocada. Bay, en lugar de explorar su raíces puertorriqueñas y pasarlas canutas para llegar a fin de mes, ha vivido en una mansión con pistas de tenis, piscina y un hermano; y Daphne, al revés, pero con una simple particularidad añadida que roba la función a todo el percal familiar. Daphne, la rubia del ghetto, es sorda.

Es una característica más que abre un mundo totalmente distinto. Algunas veces ya vemos retazos de éste en otras obras, pero difícilmente van más allá. Tiene dos problemas: por una parte, tiene sus propias normas y formas. Pero el mayor problema, en mi opinión, es que la gente sorda tiene su propio lenguaje para comunicarse, algo que el espectador medio no suele aceptar demasiado bien. ¿Si hasta los extranjeros hablan inglés (o español) en la ficción para no tener que incluir demasiados subtítulos (o empiezan con una lengua y acaban con la otra), cómo se iba a hacer un hueco a este lenguaje? Por lo menos un hueco que durara más de un pequeño arco y en el que no estuviera implicada Marlee Matleen (que, por cierto, aparecerá en la serie en algún momento).

Por suerte, la ABC Family es una cadena que no solamente intenta atraer a los adolescentes con productos frívolos (aunque a veces sí como Pretty Little Liars) sino que hasta intenta transmitir algunos valores. Kyle XY fue la primera serie que intentó ir por este sendero con el chico sin ombligo y raro que era todo bondad; lo intentaron con Huge, de reparto únicamente obeso; y ahora es el turno de dar visibilidad a la gente sorda. Y no a una cualquiera. A una chica que aún oiría si su madre se hubiera podido permitir el tratamiento ‘de ricos’ para la meningitis que sufrió a los tres años (algo que sí hubieran podido pagar los biológicos). Toma denuncia social.

Que ahora la gente no se piense, sin embargo, que esta dramedia es un ejemplo de transgresión y nueva televisión. Esta serie es ABC Family hasta el moll de l’os y se nota en la realización, el presupuesto, la moralina y que varios personajes son muy odiables. Bueno, hay situaciones que provocan urticaria pero de personas realmente non gratas sólo hay una: Bay. Ella la lía porque es muy rebelde, se mira con cara de asco a Daphne y encima habla como sólo sabe hacer Vanessa Marano. Desde sus días en Las Chicas Gilmore ha crecido mucho y no diría que es mala actriz. Sencillamente siempre es insoportable, solamente por cómo habla. Y encima lo hace con la boca pequeña y sin vocalizar, diciéndolo todo entre dientes, de una forma que estoy seguro que Katie Leclerc (Dafne) no tendría ni idea de lo que le dice sino tuviera el guión en la mano.

Pero ella no lo es todo. También está Leclerc que es adorable de verdad (y no demasiado), unos secundarios que están bien (misión prácticamente imposible en las series del cable no-molón) y tiene un planteamiento (con valor añadido) lo suficientemente interesante como para entretenernos las aburridas tardes de verano. Sólo por su valentía ya me despierta cierta ternura.