martes, 9 de agosto de 2011

El derecho a ser una Desesperada

Las amas de casa, cuando tienen clase, no son ruidosas. Ellas preparan el bol de cereales de sus hijos en la cocina mientras ellos duermen plácidamente para que cuando se despierten por la mañana salgan de la cama con buen pie, como si el mundo girara a su alrededor sin ellos apreciar el esfuerzo. Y mientras cogen la cuchara con las legañas aún arrimadas a los párpados, ellas preparan el bocadillo en el mármol de la cocina para que no pasen hambre en el patio del colegio. Y el marido tampoco puede quejarse de las ruidosas labores de su esposa, puesto que el lavavajillas siempre se vacía antes de su llegada y las lavadoras tienen el mismo horario laboral que el de ellos, para que no coincidan en el mismo sitio y al mismo tiempo. Porque hacer la vida fácil a los demás también significa aparentar que no hay un sacrificio detrás, aunque lo haya.


Con la liberación de la mujer, sin embargo, la imagen de las amas de casa cambió a peor. Como algunas mujeres consideraban que encargarse del hogar eran unas cadenas de las que librarse o una carga que repartir, que me parece una idea muy válida, el feminismo decidió que era un paso atrás renunciar a unas metas laborales a favor de cuidar de la propia casa. ¿Pero qué pasa con esas mujeres que decidieron tener hijos y estarse con ellos todos los minutos antes de ir a la guardería? ¿Y de esas madres que iban a buscar a sus hijos al colegio y al llegar ellos ya tenían su vaso de leche y el croissant encima de la mesa de la cocina? Acabaron siendo víctimas de sus propias compañeras de batalla, que decidieron por ellas que quedarse en casa era perpetrar un modelo a derribar.


Estas metas alcanzadas por las mujeres, sin embargo, también deben validar la opción de cuidarse del hogar, si se trata de una elección y no de una obligación. Y la televisión falló a las amas de casa, a las que degradó a una segunda división como si por ser hijas de los cincuenta, los sesenta y los setenta su educación hubiera ejercido como un cuchillo en la garganta y siguieran en la misma línea que Samantha en Embrujada. Pero en una época en la que los cónyuges comparten las cuentas bancarias y lo de uno también es del otro, cuando la economía familiar lo permite, no es pecado ni deshonra alzarse (que no degradarse) como ama de casa y madre a tiempo completo (o amo y padre a tiempo completo, que algunos hay que también lo eligen). Recordemos que también lo trató desde el otro punto de vista, el de la madre trabajadora.


Pero como ellas no son ruidosas, nadie valora el papel de Mujeres Desesperadas en la actualidad. Si fueron un fenómeno y aún después de siete temporadas siguen vivas, con una octava temporada que ejercerá de guinda del pastel y nos deslumbrará por útima vez, como ha sido anunciado, es también porque detrás de ellas hubo una legión de mujeres que vieron sus voces salir de las bocas de las vecinas de Wisteria Lane. Cuatro mujeres que pusieron de manifiesto que limpiar la casa no era rebajarse, que tampoco era pecado tener una asistenta y disfrutar de las pequeñas cosas (y de las compras), que cuesta ver el trabajo diario reconocido y que para legitimarse a veces también convenía salir al jardín y mirar la casa para decidir volver a entrar (algo que Bree Van de Kamp tardó en comprender).


Que esta comunidad comente los entresijos de Fairview en el mercado, en lugar de hacerlo en la twittesfera y las redes sociales, no significa que la serie no genere cháchara; que los críticos se olvidaran de ellas en favor de series supuestamente revolucionarias y masculinas, no significa que no tuvieran un discurso propio y válido; y que estas matriarcas se identificaran con las protagonistas en la intimidad de sus casas, mientras preparaban la mesa para los invitados o entran en el probador de una tienda, tampoco comporta que no fueran influyentes.


Las Desesperadas dieron voz a las heroínas cotidianas que invisiblemente hacen más llevadera la vida de sus allegados y le debería dar vergüenza a cierta gente (y a la crítica) descalificar la opinión (y la vida) de estas mujeres que nunca necesitaron inventarse un culto y propagarlo por los cuatro vientos para que las oyeran. Ellas son como Bree, Gabby, Susan y Lynette y gracias a esta serie pueden lucir con más orgullo sus imágenes impolutas mientras hacen recados por la calle. Si esto, junto al masivo éxito que revolucionó la TV generalista de EEUU, no convierte esta ficción en un mito, mejor apaga y vámonos, que la televisión ha perdido el juicio.

6 comentarios:

Leu Zenit dijo...

El problema que ha tenido siempre es más bien la imagen que de ella tienen quienes no la ven, favorecida además por la manía de quienes la siguen de decir que cada temporada es peor que la anterior (cuando estas dos últimas han sido muy buenas).

Pero Mujeres Desesperadas es mucho más que un culebrón, y si la serie en su conjunto no es un mito, al menos Bree Van de Kamp sí que lo es. Le pese a quien le pese. O a lo mejor es que a mí me recuerda mucho a mi madre...

Inma dijo...

Yo esta serie la comencé un verano en TVE cuando iban por la 2aT y luego repetían la 1aT. Mi madre y yo moríamos de la risa. Luego la quitaron y me quedé sin serie. Hasta que Internet me la devolvió la sigo online desde ya ni me acuerdo y a ritmo USA. Esta serie ya es leyenda por lo que comentas y cuando acabe la 8aT lo será. Imagino que será complicado que vuelvan a estar en los Premios. Una pena porque se los merecen Todos. Espero que la Audiencia no baje porque contra Desperate Housewives
han programado The Wood Wife los Domingos a partir de Septiembre. No deja de ser curioso porque Alicia Florrick creo que también tiene mucho de Desesperada y por partida doble como ama de casa y como abogada. Si viviera en los USA me daría algo ante semejante programación. Cual ves y cual grabas? Muy mal ya podría empezar una antes que la otra y sería la caña. Espero que tiren la casa por la ventana y la 8aT sea muy grande!

manantial dijo...

Mujeres Desesperadas es un mito y quien no lo reconoce pero para el...Tampoco es que digan que cada temporada es peor,la opinion general es que la primera,cuarta y ahora la septima son la tres mejores,opinio que yo comparto...Y si Bree es muy grande !Me alegro que no soy el unico que siente un gran amor por las desesperadas.

Crítico en Serie dijo...

Dimaku, odio esta teoría de que cada temporada era peor que la anterior (y todo porque la segunda no fue capaz de igualar la primera, que siempre se ha elegido para comparar todas las demás). Y yo le digo lo mismo a mi madre ;)

Abril22, Eva Longoria hace un par o tres de temporadas que pide a gritos un premio por su divertidísima Gabby Solis. Siempre fue una buena desesperada y estuvo a la altura, pero se ha potenciado mucho el personaje estas últimas temporadas. Será interesante ver cómo se canibalizan TGW y Desperate Housewives, sobre todo ahora que ellas han anunciado que es la temporada final. Y sí, Alicia Florrick podría mudarse a Wisteria Lane sin ningún problema.

Manantial, diría que me enganché a las series gracias a las Desesperadas. Siempre me había gustado la TV, pero ellas cambiaron mi visión.

Fon dijo...

Las Desesperadas fueron mi entrada al mundo de las series, y por eso siempre las llevaré en mi corazón seriéfilo, y las elegiré como mi serie favorita. Siempre. La serie comenzó siendo muy reconocida, pero lleva unos años en el dique seco de los premios (y así no se puede, que todas merecen todos los premios habidos y por haber, y Eva Longoria DEBE ser nominada en algo).

Crítico en Serie dijo...

También fue mi entrada. La primera serie que vi en versión original sin subtítulos. Reconozco que seguro que me perdí ciertas cosillas de la tercera temporada, pues entonces no estaba tan acostumbrado al americano, pero fue toda una experiencia. :)