viernes, 12 de agosto de 2011

Una lección de supervivencia

Siempre hablamos de esas series que son más de lo que parecen a simple vista. A veces será porque te cuentan el clásico relato del bien contra el mal a la Supernatural, que siempre queda muy bien si encima lo aliñas todo con elementos bíblicos y lo cuentas todo de forma muy rockera, pero esto también se puede hacer desde el prisma del humor. Vale, Chuck no cuenta como gran relato, pero sí que sirve como ejemplo de serie que no ha temido hacer los pasos necesarios para seguir adelante.


Chuck era una serie de espías donde los mayores ganchos eran la tensión sexual entre él y su sexy guardaespaldas, y que ni su familia ni sus amigos descubrieran la condición de arma gubernamental del nerd informático. La ficción, sin embargo, no se conformó con mostrar un caso por episodio y tensar una vez tras otra los ganchos, además de presentar arcos longevos con o sin componente familiar (primero el padre de Chuck y Ellie, después la madre). Hay que reconocer que lo peor de Chuck siempre han sido estos casos extralargos y plagados de improbabilidades. Lo que hizo fue evolucionar poco a poco e intentando desvelar si Chuck podía seguir siendo un as del entretenimiento y la diversión una vez el protagonista tuviera una relación estable con Sarah, y Morgan estuviera enterado de todo. Pues sí.


Primero de todo, esto no significa que la serie no haya tenido sus altibajos. Después del tramo final de la tercera temporada, partiendo del final planeado a mitad por si acaso cancelaban la serie (los episodios nº 13 son los mejores) y terminando con esa acción tan grupal y emotiva de la season finale, pensé que habría perdido el encanto. La serie había avanzado tanto que creía que había perdido la chispa, pero tengo la teoría que ocurrió algo distinto. La serie tenía que recalibrarse después de tantos cambios de contenido y también adaptarse a unas nuevas condiciones presupuestarias, que seguro que mermaron la creatividad de sus guionistas. Sí, se notan los recortes que año tras año negocian los productores con la cadena para que pueda seguir en antena (¡y así llevamos las cuatro últimas renovaciones!), y por eso quizá las misiones han perdido algo de espectacularidad. Por suerte supieron retomar el rumbo y suplir este conformismo con gracia.


Así la cuarta temporada terminó siendo divertida casi como el primer día (tampoco negaré la evidencia) y demostró que más vale formalizar las cosas entre los dos protagonistas que esperar a que sea demasiado tarde (algo que Bones no entendió a tiempo). También dejó claro que no toda serie debe encasillarse en sus bases iniciales si esto se acaba cargando la frescura característica de la serie, sobre todo cuando las tensiones están en un primer plano, y esto es admirable. Es el atípico caso que demuestra que si hay guionistas con talento e ideas (y que dominan la comicidad) se puede ir hacia adelante y seguir siendo un producto digno. Por esto cuando se despida el año que viene (la quinta tendrá 13 episodios y será la guinda definitiva) y muchos piensen que fue muy divertida mientras duró pero que tampoco aportó demasiado al panorama televisivo (esto se reserva a las cadenas de pago y alguna rara avis como 24 o Lost), que la gente recuerde los riesgos decidió tomar Chuck y cómo se salvó de tan difíciles misiones. Esto sí que es ser un héroe cotidiano.

2 comentarios:

luisl dijo...

La cuarta temporada al principio no estuvo muy buena, se notaba que no hacian muchas peleas por el presupuesto pero despues se puso genial. El midseason, el capitulo de The A-Team y el final son demasiado epicos.

Crítico en Serie dijo...

Por suerte aún me quedan unos cuantos episodios para terminar la temporada. A ver si encuentro el de The A-Team, que aún no lo he visto :)