Crear expectación es una artimaña muy necesaria en el mundo de la televisión, pero hay que vigilar la estrategia y es muy arriesgado contar al mundo en primera persona tu opinión. Simon Cowell, por ejemplo, dijo de la versión americana de X Factor que “cualquier audiencia de menos de veinte millones sería un fracaso”. Y luego pasa lo que pasa: te estrenas con catorce millones y la cadena ya puede edulcorar las cifras en las notas de prensa. Es un fracaso, ni te tomes las molestias.
Cowell, que era juez en la versión británica y en EEUU era el personaje más carismático de American Idol, debió considerar que si comunicaba que lo vería todo Dios, todo Dios lo vería para no perderse el día después y los comentarios de peluquería y de patio de colegio. Pero no. Bastante gente lo vio, tuvo unos demográficos aceptables en general (el 4% de los americanos de 18 a 49 años vio el estreno), pero no los suficientes para X Factor en particular. Si dices que eres el nuevo Titanic, más te vale reventar las taquillas (y sino que se lo digan a Michael Bay y a su Pearl Harbor).
Sin embargo, el desembarco de X Factor (con sus decepcionantes resultados) es una de las historias televisivas más divertidas de los últimos años (podríamos decir que es la versión populista del “Conan vs Leno”). El formato, creado en el Reino Unido, es un éxito masivo en su país de origen que intenta buscar a un buen cantante con el potencial para convertirse en una estrella mediática, que reúna talento vocal, personal y que sea muy comercializable. Pero tenía un problema a la hora de desembarcar en EEUU: los yanquis ya tenían American Idol, que también era un coloso, y encima compartía con este programa su juez más carismático, Simon Cowell. Pero llegó un día en el que Cowell decidió que su barco se hundía poco a poco (Idol bajaba un 10% cada año) y que era hora de acoger a los navegantes y sumar otros nuevos con X Factor US. Creía que podía volver a empezar (y forrarse aún más) y traicionó al programa que le había hecho famoso en Estados Unidos buscándole competencia en la misma cadena. Sí, lo habéis oído bien: en la misma cadena.
La FOX, también muy lista ella, intentó dar otro pelotazo y encargó una primera temporada de X Factor para el otoño (Idol se estrena después de las Navidades). Así el público estaría ávido de concurso después de un verano insípido y no importaba si Idol acababa bajando: la cuestión era encontrarle un sustituto mientras gozaban del favor del público joven. Pero hubo algo que no predijeron en los despachos: con la despedida de Cowell de Idol y la contratación de Jennifer Lopez y Steven Tyler, la expectación creció y un nuevo público se incorporó a su buque insignia. American Idol volvía a estar de moda, pero ya no había marcha atrás: X Factor se acercaba por el Atlántico y ya sólo podían salir perdiendo por varias razones.
La primera de ellas era que si American Idol había ganado un 10% de su público en su último año (y con los tiempos de erosión que corren), significaba que le quedaba vida. En caso que X Factor fuera el fenómeno que buscaban, se cargarían sin necesidad su joya de la corona (nadie se cree que pudieran mantenerlos a ambos con éxito durante mucho tiempo; X Factor no era un complemento sino un sustituto). Y, para ayudarles durante el camino, la NBC estrenó a finales de primavera The Voice donde los jueces que eligen a los concursantes también ejercían de mentores como en X Factor. Adiós novedad.
Así les quedó un mejunje que ya ni sabían como vender. La percepción era que X Factor intentaba ser American Idol con un populismo propio de America’s Got Talent y un mecanismo ya visto en The Voice (donde quizá no estaban Cowell y Paula Abdul, pero sí Christina Aguilera, Adam Levine, Blake Shelton y Cee Lo Green). Tampoco creo que ayudara que Cheryl Cole, la juez británica que se apuntó al proyecto, fuera despedida tras una semana de grabación (aunque Cowell contribuyera a los dimes y diretes, pensando que el ruido hacía los espectadores).
En conclusión, FOX se ha pasado medio año observando cómo ella misma cogía un rifle, se apuntaba al pié y se disparaba. Se había convertido en su mejor enemiga y ahora lo mejor que le puede pasar es que X Factor sea tal fracaso que el público de Idol aún tenga más ganas de que llegue 2012. Y Cowell, descompuesto y sin novia. Ojalá.
4 comentarios:
Tampoco es que Cowell se vaya a quedar sin faena, porque no es que haya tenido que elegir entre Idol o X Factor...
Él es el dueño de las dos franquicias y también el productor ejecutivo de las 2, por lo que no es exacto afirmar que si falla X Factor (y creo que los números de audiencia son muy muy buenos en realidad) Simon se vaya a quedar a dos velas. Que ingrese menos decenas de millones de lo que esperaba, quizás, pero sólo eso.
Además, es alto ejecutivo de Sony Music, creo, así que no le va tan mal, pobret. :)
Luis, Simon Cowell es productor de X Factor, pero en American Idol diría que sólo era juez (pero muy bien pagado). Por lo tanto, sí que dejó uno por otro. Se dijo "voy a llevar el Titanic a EEUU" y dijo que tenía que obtener más de veinte millones de espectadores. No los tuvo.
Sea como sea, no se morirá de hambre. Lo sé yo, tú y el mundo entero. Pero esto siempre ocurre con cualquier persona de la que hablemos que está asentada en Hollywood. Son ricos, son otros parámetros.
Tienes toda la razón. Me confundí, por la coincidencia de nombres, con Simon Fuller. :)
De todas maneras, si sacrificó el mega sueldo supongo que es por el pastón que le reporta ser el dueño de XFactor y franquiciarlo en USA. Eso debe ser dinero ya seguro, no creo que quede a merced de la audiencia.
Es extraño que ponga un mínimo de 20 millones de audiencia, que no creo que los consiga nadie más que American Idol y las finales deportivas. No es un formato nuevo ni algo nunca visto, por lo que me cuestiono por qué Simon puede ser tan inocente como para pensar que 20-25 millones lo buscan a él y a Paula Abdul como únicos ganchos.
The voice estaba en 10-12 millones, si no recuerdo mal, y fue un exitazo. Ver a Simon con su vasito de Pepsi bien visible todo el rato creo que le reporta muchas ganancias ya firmadas también por publicidad.
En todo caso, hasta ahora he disfrutado mucho de los 2 castings realizados, y se me hace una buena idea que ningún programa de éstos se esté solapando. Aún así, creo que tener 9 meses de los 12 del año cubiertos con realitys musicales debería agotar la fórmula en un par de años, o por lo menos desgastar muchísimo las audiencias. No creo que sea soportable con un público masivo, que ¿se debería cansar de lo repetitivo? :)
Muchos saludos desde México. :)
Por cierto, que lleva 3 semanas aquí en México la emisión de "La Voz" (The Voice) con mucho éxito, y un jurado muy bueno, Alejandro Sanz incluído.
Acaban de anunciar ahora la segunda ronda, "Las Batallas", en las que aparecerán los ayudantes de los entrenadores, entre ellos David Bisbal... :)
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