Son muchos los que aprecian a Steven Moffat porque cuando cogió las riendas de Doctor Who decidió jugar con la trama y darle un intenso toque mitológico. Cuando llevábamos unos cuantos episodios de la quinta temporada, ya surgieron unas cuantas voces que decían que, contra todo pronóstico, este clásico británico destinado a toda la familia se había convertido en la nueva Perdidos, eso que todo aficionado a la televisión buscaba. Y sí que lo es en cierto modo. Es ese puzzle que prometía resolverse en algún momento del camino.
No fingiré que sé la respuesta a “la pregunta definitiva cuya respuesta puede destruir el universo y que está delante de nuestras narices” porque no la sé. De hecho, aún se me escapa una sonrisa de lo ridícula y sensacional que es la exposición de esta cuestión. Tampoco entraré en comentar la esencia muy wibbly-wobbly timey-wimey que es el tiempo (aunque sí me gustó esa explosión temporal que era el presente perpetuo y simultáneo) o ese comodín que se sacaron de debajo de la manga para que la serie pudiera seguir (me imaginaba ese cambio de americana). Lo que quiero reivindicar es que, por enrevesado que sea el argumento, Doctor Who tiene otra dimensión aún más conseguida (y la razón por la que a veces me parece una magnífica serie): el corazón que tiene debajo de tanto giro.
Por ahí he oído y leído que uno de los problemas de Moffat justamente es que, en comparación con Russell T. Davies, no está a la altura en cuanto a emotividad. Reconozco que de Davies solamente he visto la primera temporada del Doctor y algún episodio suelto con David Tennant, pero nunca logré entrar en su universo (ni en el de Torchwood) y seguramente tampoco llegué a los grandes momentos. Esto no quita que la era con Matt Smith me parezca que tiene momentos tremendamente tiernos y de lo más conseguido de la televisión.
Siempre diré, por ejemplo, que la escena de Amelia Pond esperando en el jardín es una delicia que nunca me cansaré de ver. En diez minutos le dieron una trágica profundidad a la relación del Doctor con su nueva compañera (con la que diría que Moffat está obsesionado). Lo mismo hicieron después cuando Rory esperó una eternidad y demostró que, por más que otros quisiéramos lo contrario, Amy tenía que estar con él. Bueno, y el especial de Navidad con Katherine Jenkins fue directamente algo de otro mundo. No se puede expresar con palabras lo bonita que fue esa historia tan inesperada.
En la nueva temporada, quizá no de una forma tan acentuada, también se ha dedicado a tocar la fibra en algún momento determinado, como en ‘The Girl Who Waited’ donde (por enésima vez) creó un gran personaje de la nada que acarreaba un dilema mayor. Son estas pizcas de genialidad con las que demuestra su astucia y sensibilidad y a la vez me gana (como la pesadilla que le guardaba esa habitación de hotel a Amelia Pond). Va más allá de la gracia que tenga el Doctor a la hora de interactuar con sus compañeros, algo que funciona tan bien también porque les dotó con una humanidad insólita.
Bueno, y hasta diría que todo está relacionado con su precisión a la hora de crear monstruos (el otro motivo por el que Moffat a veces puede ser considerado un genio). A la vez que sabe crear esas situaciones terriblemente trascendentes para los personajes, también está muy en contacto con el niño que tiene dentro, ese cuyos monstruos eran peores que cualquiera que ahora podamos imaginar. Por esto diría que, por más artificio que pueda tener la trama mitológica (muy juguetona), este Doctor Who también tiene corazón. Mucho. Y por esto me gusta y también tengo que ignorarle otras veces.
7 comentarios:
El "corazón" del Doctor en la era RTD se nota más al final de la segunda temporada y, sobre todo, en unos cuantos capítulos de la tercera. Siempre defenderé Human Nature-Family of blood como dos de los mejores capítulos de toda la serie, justo porque se dedican a romper el corazón del Doctor.
Doctor Who (ya sea Davies o Moffat)por encima de todo es puro corazón, es un estado de ánimo. Lo demás son divertidísimos artificios. El capítulo del que habla marina es uno de mis favoritos precisamente por eso que dice.
Los mejores episodios de la etapa de Russell T. Davies estaban escritos por Moffat: The girl in the fireplace, Blink, Silence in the library...
Asi que, la etapa de Moffat para mi es superior a la anterior. Lo unico que me gustaba un poco mas de aquella era el Doctor.
Aun asi, esta temp del Doctor la considero como de lo mejor de television, junto con la 4ª de Breaking Bad, Game of thrones y alguna que otra mas.
A mi me ha costado acostumbrarme a este doctor, sobretodo por la ruptura con sus anteriores compañeras, Tennant volvio a visitar a marta, incluso billy piper volvio de un universo paralelo para reencontrarse con el, en aquellos capitulos ellas eran muy importantes y parace que con el cambio de cuerpo tambien ha olvidado mucho de los que paso en su traje de tennant o incluso de eccleston.
PD: amy pond me gusta regular, quiza por eso me gustaria que las otras compañeras fueran mas recordadas, en cambio Roru me encanta, Viva rory, larga vida al romano!
MacGuffin y Watanabe, veo que no podré escaparme de ver estos dos capítulos. Arghhh! ;)
Kape, #TeamMoffat (claro que sí).
Afonica, Sé que Amy tiene algunas detractoras. Diría que sobre todo femeninas. Es el típico caso de 'chica que no termina de caer bien a las chicas'. Si te fijas, Amy se pasa el día con hombres. Ay esta competencia femenina...
No creo que vaya a decir esto pero, creo que añoro algún capítulo no tan mitológico, más ligero, de esos en los que viaja en el tiempo. Me gusta que se le de importancia a la trama general, pero me da la impresión de que se está enrevesando demasiado la cuestión :P
Crítico en serie, tu comentario sobre las detractoras de Amy me parece bastante desafortunado.
Soy chica y efectivamente, no me gusta Amy, pero no porque se pase el día con hombres (casi todas las chicas de series de aventuras están siempre con hombres y, por supuesto, todas las companions del Doctor. Algunas afortunadas incluso convivieron con Ten y Jack. ¡Y hasta con el Master!) No me gusta Amy porque me parece un personaje bastante planito y estereotipado y, tampoco me parece que la actriz aporte gran cosa a la interpretación, aparte de su agradable presencia física. Quizás tampoco ha tenido mucho donde lucirse (con la excepción de The girl who waited), pero desde mi punto de vista, palidece en comparación con cualquiera de las anteriores acompañantes: la espontánea y fuerte Rose, la sensata y valiente Martha o la absolutamente genial Donna.
Y, en mi opinión, también totalmente de acuerdo con Mike Ende: esto se ha enrevesado demasiado (y a base de efectismos y trampas argumentales) y se están olvidando de pequeños detalles como viajar en el tiempo, contar historias, desarrollar personajes...
Publicar un comentario