Utopia. Puede que no se viera nada tan estimulante y sorprendente en televisión desde que Charlie Brooker chantajeara en Black Mirror al Primer Ministro británico y le amenazara con matar a la princesa del pueblo si no practicaba el sexo con un cerdo en directo por televisión. Otra vez desde el Reino Unido y desde el mismo canal, Channel 4. Pero diría que aún es más atractiva. No tanto por su contenido, ya que de momento tiene poca intención de hacernos reflexionar (y nunca compré del todo la crítica de Black Mirror, muy obvia a ratos y oportunista si teníamos en cuenta quien la producía), pero por su empaque.
Utopia es algo rebuscada. Los admiradores de un cómic de culto llamado Utopia quedan en un bar con un coleccionista del foro que tiene la inédita segunda parte en las manos. El cómic, muy minoritario, tiene una curiosa fama entre sus seguidores: escrita en los ochenta por un enfermo de un psiquiátrico, hay quienes opinan que predijo en su momento catástrofes que pasaron a posteriori. Pero, antes de poder salir de casa, el poseedor de la entrega recibe la visita de dos matones que no están muy interesados en que vea la luz, cuya misión es hacerse con la obra y matar a todos aquellos que conocen su existencia, sin pestañear a la hora de aniquilar a sus víctimas. Incluyendo, por supuesto, los cuatro miembros del foro que querían saber cómo continuaba su cómic favorito. Todo mientras un miembro del Departamento de Salud del Gobierno recibe implacables chantajes de una farmacéutica, que le ordena comprar vacunas para una enfermedad reciente y desconocida, la gripe rusa.
Como es imposible no comparar obras televisivas que se miden en el mismo género, no puedo evitar decir que Utopia es a Rubicon (esa joya de AMC sobre un agente de inteligencia americano) lo que Malditos Bastardos es a La Delgada Línea Roja, ni que sea por las dosis de violencia muy gratuitas que paradójicamente deben estar (no por contenido, sí por declaración de intenciones) y la capacidad de Dennis Kelly de mezclar thriller, humor y sangre. A ratos, me encontraba riendo ante las atrocidades de los dos matones, especialmente inquietantes cuando se encuentran con algún niño en su camino (ay) y cuando se ponen en modo oftalmólogos (ay, ay). No tanto porque fuera intrínsecamente gracioso pero por la histeria de presagiar algo tan atroz, tan obvio e imparable.
Que los protagonistas, además, sean ajenos a la situación en la que de repente se encuentran (a la fuga, perseguidos por psicópatas y con una organización obsesionada por arruinar sus vidas y acabar con ellos) añade un plus. Permite que la conspiranoia sea aún más absurda, sobre todo cuando los pobres afectados son Ian, un informático, Becky, una chica que sospecha que una farmacéutica le implantó una enfermedad mortal a su difunto padre, Wilson Wilson (el gran hallazgo, diría), un hombre que lleva toda una vida preparándose para una posible confabulación masónica y el apocalipsis, y Grant, un pequeño delincuente de once años.
Pero los dos puntos más interesantes son la apuesta visual y musical, bien pensada, colorista y muy cínica (que suenen según qué temas mientras vemos un asesinato es de lo más sardónico que he visto), y que le da un empaque total muy acertado. La historia, los diálogos, los planos, la fotografía, todo va en la misma dirección, demostrando ser una obra autoral. Y lo segundo es cómo nos cuenta la historia. Es un ejercicio bastante curioso comparar las expectativas tras el primer episodio y ver cómo se derrumban los pronósticos tras empezar el segundo. ¿Agallas? Muchas, sobre todo teniendo en cuenta que se enmarca en un género muy traidor, donde es muy fácil decepcionar al dar un paso en falso. Aunque, de momento, nada indica que vaya a ser así.
3 comentarios:
La verdad es que es una de las series que más interés me han despertado con el piloto. Me encantó el estilo fotográfico y ese toque retorcido e improbable de los hechos. A ver qué tal sigue, porque puede que Channel 4 vuelva a dar el campanazo.
Me encantan esos colores saturadisimos que tiene todo, y aunque el piloto me gusto solo moderadamente, el segundo episodio me a convencido bastante, dandole a todo bastante mas consistencia en lugar de jugar a alargar el misterio sin contarnos nada. Por cierto, que la chica con la que presionaban al primer ministro en black mirror, no era su hija, sino una especie de "princesa del pueblo" a lo Diana. Un detalle importante, que no es lo mismo para las intenciones de la serie que hagas algo asi por salvar a tu hija, que por lo que pudieras bajar en las encuestas por dejar que se carguen a una figura popular... me parece que como no te gusto, tiendes a recordarla peor de lo que era ;P
Carlos, y que dé el campanazo aún mejor. Eso es lo que me importa.
Herb, no seas malo. Confusión y ya está. No leas entre líneas. :P
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