martes, 25 de junio de 2013

Se alquilan habitaciones en Los Angeles

Las series juveniles me suelen llamar la atención. Posiblemente porque son las series más dramáticas de todas y sus personajes tienden a encarar los problemas con sus vísceras y todos sus sentimientos en juego. Cada decisión que toman tiene repercusiones, pronto se olvidan de todo y siempre creen ser los únicos que alguna vez han tenido mal de amores o cualquier otro conflicto. Lo viven todo a flor de piel. Y todavía no sé porqué en su momento pasé de largo de ‘L.A. Complex’.

Esta no es una serie teen en el sentido estricto de la palabra. Sus protagonistas no son adolescentes, pero sí chicos de veintitantos que quieren cumplir sus sueños. En este aspecto, por lo tanto, sí que entrarían en el género porque se enfrentan a la realidad con una ingenuidad y una determinación que solamente tiene sentido durante una breve etapa de la vida. Los sueños, si somos realistas, tienen fecha de caducidad y en ‘The L.A. Complex’ se trata de un grupo de jóvenes que quieren triunfar en el mundo del espectáculo.

Abby Vargas, por ejemplo, es una canadiense sin los papeles en regla que quiere ser actriz, Nick quiere ser comediante, Tariq quiere ser productor musical, Alicia trabaja para ser una bailarina profesional y después hay dos que han probado las mieles del éxito: Connor, un inseguro chico al que le dan un papel protagonista en la televisión americana, y Raquel, una actriz que fue alguien durante un tiempo pero que su serie fracasó y tiene que enfrentarse a la cruda realidad que ya no importa a nadie en la industria. Y todos ellos comparten una cosa aparte de su determinación: o comparten o han compartido piso en unos apartamentos repletos de aspirantes a triunfar.

Ahora que me acuerdo, sí que sé porqué la ignoré. Cuando la emitió la CW, pensé que no tenía ningún interés en ver una serie canadiense ambientada en Los Angeles. Me parecía un sinsentido. Con lo invadidos e influenciados que están por la televisión americana, que les llega directamente, ¿a quién se le ocurrió la brillante idea en Canadá de crear una ficción con una base tan y tan americana? Pues a Martin Gero, un guionista forjado en la franquicia de ‘Stargate’ (estuvo en ‘SG-1’, ‘Atlantis’ y ‘Universe’) y que también escribió cinco episodios en ‘Bored to Death’, la comedia noir de HBO. Y, la verdad, es que hizo un magnífico trabajo.

De momento, solamente he visto los seis episodios de la primera temporada, a la espera de ver la segunda y última temporada porque ‘L.A. Complex’ fracasó en EE.UU. y también en su país de origen (donde se emitía en el canal MuchMusic) pero estoy gratamente sorprendido por la sinceridad de todos sus personajes y el impecable ritmo. Puede que no tenga los personajes más profundos, ni los arcos dramáticos más desgarradores, pero sí tiene cierta honestidad. Tendrá historias profesionales que avanzan en la dirección adecuada de forma precipitada por el bien de la narración, pero también tiene periplos inversos. De hecho, tiene un viaje de decadencia personal muy coherente y que también sirve para explorar un ángulo poco favorecedor de Hollywood.

Si le añadimos una relación tormentosa homosexual, falsos alcohólicos y un actor en proceso de auto-destrucción, el culebrón está servido. Y, según me cuenta Cristina Garde, quien me convenció para darle una oportunidad a la serie, tiene un cierre correcto. Aquí va, por lo tanto, una ración de recomendaciones veraniegas. Llegarán más ahora, seguro.

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