domingo, 7 de julio de 2013

La diferencia entre el original y la copia

A Veena Sud casi la lapidan en una plaza pública tras escribir la primera temporada de ‘The Killing’. Ella había tenido que adaptar ‘Forbrydelsen’ para la televisión americana y no solamente tomó prestado el primer caso, el atrezzo y los personajes principales, sino que también acentuó los errores de la serie original. Entonces, ¿por qué a Veena Sud se la vejó y a Søren Sveistrup, el autor de la danesa, se le tendieron alfombras rojas para hablar de su serie en todo el mundo? Es la diferencia entre ser original y ser una copia.

El viernes escribí en ¡Vaya Tele! sobre cómo Sud podría estar redimiéndose con la tercera temporada ahora que ha dejado de lado los Larsen y juega en un universo mucho más suyo, menos dependiente de la labor de otros. Pero lo interesante fue leer un comentario que argumentaba el doble rasero de la crítica, que pasaba ciertos errores a algunas ficciones por el hecho de que eran europeas y que se cebaban con otras americanas, esperando más de ellas. Y esta opinión es válida, sí, pero no estoy de acuerdo con ella.

Según mi parecer, cuando se adapta una obra, tiene que haber alguna ambición detrás. O bien mejorarla, o bien destacar alguna característica suya o simplemente acercar esa obra a un mayor público y con la mayor dignidad posible. Pero no se puede ser tan ingenuo de adaptar una obra defectuosa y recalcar todos sus defectos, que es lo que hizo Sud con su remake.

El mismo Søren Sveistrup reconocía errores de principiante en su propia obra como que escribía según la marcha porque no sabía cuantos episodios le encargaría finalmente el canal y, cuando tuvo la posibilidad de presentar un segundo caso, fue más conciso. Planteó el misterio, lo desarrolló y lo resolvió en diez episodios en lugar de los veinte del primero. Y le salió una temporada redonda.

¿Entonces por qué Sud decidió escribir veintiséis episodios del mismo caso cometiendo los mismos fallos en lugar de acertar donde su referente falló? No sé si fue pereza o falta de visión, pero el tiro le salió por la culata. ¿Y por qué con ella la crítica fue mucho más severa que con Sveistrup? Pues porque el primero había creado algo desde cero y a pesar de los contras tenía virtudes destacables como la creación de Sarah Lundt, cuyos jerséis siempre serán recordados en el Reino Unido, su final tuvo una buena acogida y creó el esquema a tres bandas, hilando mucho mejor la vertiente política.

La versión americana, si bien había querido desarrollar una relación de colegas más estrecha entre los dos detectives, palidecía en comparación. Se le veían todavía más los trucos y costaba perdonarle que siguiesen falsas pistas de forma tan evidente (pudiendo haber rectificado).

Por esta razón, cuando vea ‘The Bridge’ seré exigente. Esperaré alguna diferencia fundamental como un desenlace más racional, que le hubiese sentado genial a ‘Bron/Broen’, la serie sueco-danesa que adapta. Valoraré que abracen las bases de la serie original pero aprovechando el nuevo marco que ofrece la frontera entre Estados Unidos y México. Y me fijaré si les salen unos protagonistas orgánicos o calcos robóticos. Estos son los riesgos de adaptar una serie ya existente: el mérito del primero es haber creado, el mérito del segundo es saber qué hay que adaptar y hacerlo de la mejor forma posible.

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