miércoles, 13 de noviembre de 2013

'Downton Abbey' es Comfort TV

La verdad, comprendo que se contemple el pasado especial de Navidad de ‘Downton Abbey’ como un salto del tiburón y que haya espectadores que sientan que la serie jamás será tan buena, pero no lo comparto. De hecho, diría que la cuarta temporada que acaba de emitirse en el Reino Unido, si algo representa, es la potencial eternidad de la serie. Pierden personajes, pierden en tramas potentes y aún así es un placer para la vista y los oídos.

Sí, lo reconozco, estoy en ese punto en el que cualquier Grantham me maravilla con sus problemas morales, domésticos y sentimentales, muchas veces de pacotilla. La abadía, ese castillo de Highclere que les sirve de escenario natural, se ha convertido en un particular lugar feliz como espectador. Puede que nunca nada vaya a ser tan romántico como las declaraciones de amor de Lady Mary y Matthew y que nada sea tan trágico como el parto de Sybil, pero Julian Fellowes tiene tan calados a sus personajes y los diálogos que ‘Downton Abbey’ resulta gratificante.

A partir de aquí, spoilers de los ocho episodios emitidos de la cuarta temporada. Quien avisa no es traidor.

Esta temporada también ha sido un ejemplo de como el marco histórico es únicamente una excusa. La polémica racial fue tratada con tanta clase e indulgencia que no hubo un verdadero dilema y la Condesa Viuda demostró con el embarazo de Edith que es muy abierta de miras, algo que no encaja del todo con su retrato inicial, cuando lo juzgaba todo y a todos. Pero desde que todos los miembros de la casa hicieron la vista gorda con la homosexualidad de Thomas, que sigue ejerciendo de ayudante de cámara de Lord Grantham, ya quedó claro qué clase de drama es ‘Downton Abbey’. Es comfort tv, de la misma manera que existe el comfort food y los pantalones de pijama.

En el fondo, cuando vi el último episodio, ni quería ver a Lady Mary como una bruja, ni a Violet repudiando a su nieta. De ‘Downton Abbey’ ahora mismo espero las conversaciones viperinas y divertidísimas entre Violet y Isobel, que son la mejor comedia de la televisión. Espero que, en el fondo, el bien siempre prevalga cuando se trata de conflictos morales (me refiero al inequívoco apoyo que recibe Anna o al hecho de que el cantante no acabe casándose con la inútil de Rose). Y me regocijo en todos los demás diálogos. En lo ingleses que son cada uno de ellos, comunicando su sentir sin ponerse casi nunca en evidencia, lanzando latigazos con un pañuelo de seda, siendo tan indirectos y elegantes (y estirados) como se presupone a los ingleses de pura cepa (un ejemplo serían las conversaciones entre Carson y Molesley, dos sirvientes y las personas más elitistas de toda la abadía).

En este campo se supera cada semana y, si bien despierta ampollas entre un sector de los británicos que la acusan de inverosímil continuamente (lo que tiene ser la serie más vista del país), diría que es suficiente para considerarla una buena serie. Todo depende, por supuesto, de cuanto se valore cada factor y la importancia que se le dé al saber hacer de Julian Fellowes. Él es un tipo muy manipulador y para nada infalible, como bien demostró durante las elipsis de la segunda temporada, pero luego me sale con la emotiva despedida entre Daisy y Alfred y hasta me olvido de lo mal llevados que han estado los triángulos amorosos del servicio en esta última temporada.

(De la vida sentimental de Lady Mary y la resolución de la violación de Anna, mejor no hablo. Algo me dice que el desenlace a estas historias estará en el capítulo de Navidad, donde ‘Downton Abbey’ siempre se reserva alguna sorpresa o clímax.)

5 comentarios:

Torpe Dama dijo...

No me lo puedo creer, Pere, deberíamos quedar para ver las series, porque definitivamente vemos las mismas y al mismo ritmo...

Me gusta mucho tu punto de vista; efectivamente, Downton Abbey es comfort fiction, no le pido verosimilitud, pero sí que le pido que me entretenga y, por suerte, eso lo han sabido hacer de maravilla esta temporada. Queman trama, entran personajes nuevo y salen otros, los diálogos siguen siendo brillantes y son capaces de atraer con el argumento más tonto, ya sea una batidora o los sentimientos de Molesley...

Tengo tantas ganas de que llegue Navidad. Y de que Bates se pase definitivamente al lado oscuro...

Crítico en Serie dijo...

Pues estaría genial, mujer.

No hay nada como comentarios 'a la inglesa', esa forma que tienen de decir las cosas de forma indirecta y sin recurrir a insultos.

Y Bates... A ver qué hacen con él. Me intriga.

Unknown dijo...

Es curioso. Algunas personas se dan cuenta de esto ahora. Yo sin embargo tengo claro desde la primera temporada que Downton Abbey es un drama muy ligero donde casi todos los personajes son fundamentalmenete amables y buenas personas y nunca pasa nada especialmente horrible incluso aún presentando temas espinosos.

A mí siempre me ha venido bien para descansar un poco de la depresión de otras series hiperdrama.
Quizá es que ahora se le nota mas.

Eli dijo...

Esta temporada ha tenido sobresaltos importantes pero ha sido bastante relajada. Mary sigue en el circulo de todo ser viviente la adora y Edith sufriendo...

Totalmente deacuerdo con lo de comfort fiction nada mas cierto

Unknown dijo...

Ahora, hay que decir que la escena de la violación de Anna ha sido malrollera pero de verdad.
Muy seguramente aprovechando que en la serie en si la sordidez no está nada presente, y con ese estupendo montaje con la actuación de la cantante de ópera.

En este aspecto demuestra que a veces una sobreacumulación de sordidez provoca lo contrario de lo buscado y alguna debería aprenderlo. Y si, hablo de ti, Juego de Tronos, que sabemos que medio repertorio de personajes de los libros está como una chota, pero para que se note hace falta contraste y a veces en la serie se exceden.