El rechazo que provoca Piper Chapman en ‘Orange is the new black’ en parte del público podría servir para crear una expresión. Lo podríamos llamar el Síndrome de Piper o algo parecido si no fuera porque es algo habitual en televisión. Carrie Bradshaw, por ejemplo, era el personaje de ‘Sexo en Nueva York’ que detestaban más espectadores, que preferían la promiscuidad de Samantha o el pudor de Charlotte a las constantes dudas de la protagonista. Pero estos personajes, gusten o no, son necesarios.
Piper es el punto de partida de ‘Orange is the new black’. Es el personaje que refleja todos los temores que podrían tener la mayoría de personas en su situación y sirve para explorar la cárcel de Litchfield. Siente que no encaja y se comporta con cierta superioridad moral porque no considera que sea como las demás y, en el caso que se sorprenda a si misma y descubra una parte oscura que no esperaba, se castiga y analiza sin cesar. ¿Acaso no haríamos nosotros lo mismo si estuviéramos en su lugar? Si cometiéramos un error de juventud y acabásemos allí, ¿creeríamos que somos como Rosa o Morello? ¿Y hasta qué punto la podemos condenar por su atracción por Alex, cuando su día a día viene limitado por las vallas del centro penitenciario?
Habrá quienes valoren más la ficción cuanto menos aparezca en pantalla, pero a mí justamente me ocurre lo contrario: cuantos más minutos tiene, más conecto con el episodio. Será porque soy un chico muy blanco, como ella llega a señalar en el comedor de la cárcel, o porque sentiría que no pertenezco allí por más delitos que pudiera cometer (de momento ninguno), pero ayuda a que me crea ese entorno. Taylor Schilling hace un trabajo espléndido y ella es quien mejor recuerda que eso no es un patio de recreo, que hay otras compañeras que se comportan como si estuvieran de recreo.
Este favoritismo no significa que no vale las historias personales de todas ellas. Todavía no he terminado la temporada (llevo ocho), que tener todos los episodios de golpe no significa que deba pegarme un atracón, pero me está gustando mucho. El factor novedad le quita intriga al asunto, sobre todo ahora que sabemos que la mayoría son corderitos o que no son del tipo que te acuchillan mientras paseas por el pasillo, pero espero que haya amenazas de verdad. ‘Orange is the new black’ debe recordarnos más a menudo el peligro físico que supone un sitio así, como bien recordó la cárcel de Chicago donde ingresó temporalmente Piper. Tengo ganas de llegar al clímax de la temporada, ver hasta qué punto llegan a las manos las distintas facciones de la cárcel representadas por las negras con Vee en cabeza, las blancas y las latinas. Y, por repulsivo que sea Mendez y que le odie como personaje, él también era un mal necesario que se ha echado de menos (no él sino lo que él comporta).
Por esto, de momento, lo más llamativo son las historias más personales y emotivas. Jenji Kohan ha optado por asimilar cada vez más el esquema de ‘Perdidos’ y podemos encontrarnos con algún giro (Morello), alguna anécdota casi surrealista (Rosa) y otras que simplemente nos cuentan quienes eran los personajes antes de estar entre rejas. Sea como sea, funcionan, suelen emocionar y hasta sorprenden, ni que sea porque todas ellas están muy cambiadas desde esos recuerdos. Litchfield causa estragos y todas tienen que crearse una nueva identidad y actitud para sobrevivir, pero lo más intrigante son las historias de las chicas que ya hemos visto y todavía no sabemos qué crímenes cometieron. ¿Nos llevaremos más sorpresas?
Piper es el punto de partida de ‘Orange is the new black’. Es el personaje que refleja todos los temores que podrían tener la mayoría de personas en su situación y sirve para explorar la cárcel de Litchfield. Siente que no encaja y se comporta con cierta superioridad moral porque no considera que sea como las demás y, en el caso que se sorprenda a si misma y descubra una parte oscura que no esperaba, se castiga y analiza sin cesar. ¿Acaso no haríamos nosotros lo mismo si estuviéramos en su lugar? Si cometiéramos un error de juventud y acabásemos allí, ¿creeríamos que somos como Rosa o Morello? ¿Y hasta qué punto la podemos condenar por su atracción por Alex, cuando su día a día viene limitado por las vallas del centro penitenciario?
Habrá quienes valoren más la ficción cuanto menos aparezca en pantalla, pero a mí justamente me ocurre lo contrario: cuantos más minutos tiene, más conecto con el episodio. Será porque soy un chico muy blanco, como ella llega a señalar en el comedor de la cárcel, o porque sentiría que no pertenezco allí por más delitos que pudiera cometer (de momento ninguno), pero ayuda a que me crea ese entorno. Taylor Schilling hace un trabajo espléndido y ella es quien mejor recuerda que eso no es un patio de recreo, que hay otras compañeras que se comportan como si estuvieran de recreo.
Este favoritismo no significa que no vale las historias personales de todas ellas. Todavía no he terminado la temporada (llevo ocho), que tener todos los episodios de golpe no significa que deba pegarme un atracón, pero me está gustando mucho. El factor novedad le quita intriga al asunto, sobre todo ahora que sabemos que la mayoría son corderitos o que no son del tipo que te acuchillan mientras paseas por el pasillo, pero espero que haya amenazas de verdad. ‘Orange is the new black’ debe recordarnos más a menudo el peligro físico que supone un sitio así, como bien recordó la cárcel de Chicago donde ingresó temporalmente Piper. Tengo ganas de llegar al clímax de la temporada, ver hasta qué punto llegan a las manos las distintas facciones de la cárcel representadas por las negras con Vee en cabeza, las blancas y las latinas. Y, por repulsivo que sea Mendez y que le odie como personaje, él también era un mal necesario que se ha echado de menos (no él sino lo que él comporta).
Por esto, de momento, lo más llamativo son las historias más personales y emotivas. Jenji Kohan ha optado por asimilar cada vez más el esquema de ‘Perdidos’ y podemos encontrarnos con algún giro (Morello), alguna anécdota casi surrealista (Rosa) y otras que simplemente nos cuentan quienes eran los personajes antes de estar entre rejas. Sea como sea, funcionan, suelen emocionar y hasta sorprenden, ni que sea porque todas ellas están muy cambiadas desde esos recuerdos. Litchfield causa estragos y todas tienen que crearse una nueva identidad y actitud para sobrevivir, pero lo más intrigante son las historias de las chicas que ya hemos visto y todavía no sabemos qué crímenes cometieron. ¿Nos llevaremos más sorpresas?
5 comentarios:
Si yo también voy por el 7 o 8 y la verdad, será porque ya no es novedad, como bien dices, tengo la sensación de que la primera temporada me gustó más. Eso sí, mención especial merece el primer episodio que es absolutamente genial y trepidante. Pero, en general y de momento veo hilos argumentales muy pobres. Parece como si la serie estuviera en ralenti. Igual se esta cociendo algo lentamente... veremos a ver. Un saludo. Josep
La mayor decepción para mí fue que no se continuase con los personajes del primer episodio, porque muchas de las premisas que planteaba me parecían muy interesantes.
Pero aparte de esto (y habiendo visto solo hasta el capítulo 8), me está gustando bastante la segunda temporada. La lucha de poderes hace que parezca un Juego de Tronos a pequeña escala (las negras, las hispanas, las blancas, las cristianas y los guardias, en un todos contra todos que no puede acabar bien.)
Las historias del flashback me parecen más pobres (quizás porque ya hemos visto una veintena, y ya no sorprenden tanto), y el mayor problema de Piper es que no está integrada en ninguna de las grandes historias, sino que tiene la suya propia, que parece menos importante que lo que realmente se cuece en la cárcel. (La historia de ex prometido egoista tampoco la ayuda mucho, la verdad).
Para acabar, lo que me parece que ha sido una gran mejora es dar mucho más espacio a la vida privada de los guardias, que, como dicen en el boletín de la cárcel, "también son personas". Creo que les ha dado una profundidad que en la primera temporada(aunque tuviésemos alguna pincelada) les faltaba.
El capítulo de Morello es GENIAL. La actriz me encanta y el giro que le dieron a algo que ya existía des del inicio de la serie me encantó.
Chapeau a esta temporada. He visto los 6 primeros capítulos y me está encantando.
(Genial también el episodio de Rosa; otra genial actriz!)
Jossped, estaban cociendo el tema de Vee lentamente pero esta segunda temporada fue bastante "campamento de verano". Muy entretenido y tal, sí, pero no transmitía ningún temor, también porque Piper no estaba metida en el ajo de Vee.
Carles, la serie sería mejor si Piper estuviera más presente en las tramas principales. Hay quienes la odian y luego estamos quienes reconocemos el gran papel que juega en 'Orange' para que funcione del todo.
Eloi, el mérito de Morello reside en la actriz, que consigue que sea adorable incluso cuando sabemos que está loca de atar.
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