Los periodistas americanos lo tienen bien montado. Los canales no solamente anuncian con mucha antelación su programación y los estrenos (algo impensable en España), también existen los TCA, que son encuentros entre los críticos y las cadenas. Como la cuestión es crear ruido mediático y promocionar productos, los directivos, creativos y actores se prestan a ser interrogados por la prensa en unos encuentros que, curiosamente, pueden ser cualquier cosa menos agradables. Todo depende, por supuesto, de cuanto gusten.
Este verano nada ha podido compararse a los enfrentamientos de Michael Patrick King hace un par de años. Algunos periodistas habían afilado los cuchillos y esperaron el turno de preguntas para recriminarle al guionista de ‘2 Broke Girls’ si dejaría sus chistes racistas, a lo que él se ofendió, contra-atacó y básicamente les dijo que esa no era su serie. Pero no, no ha habido grandes combates entre críticos y creadores y proyectos como ‘Gotham’ tuvieron una buena recepción.
Da la impresión que, si deciden meterse con alguien, suelen elegir alguna serie más modesta (al reparto de la romántica ‘Manhattan Love Story’ les llovieron unas cuantas preguntas incómodas) y no las grandes apuestas. La precuela de Batman, por ejemplo, suscitó unos cuantos comentarios negativos por el guión, que dicen que no acaba de estar del todo bien atado, pero prefirieron quedarse con la ambientación y la promesa seria de Bruno Heller. ¿Y por qué tanta piedad, cuando este hombre precisamente escribió el arco de John el Rojo de ‘El mentalista?
Sea como sea, lo que sí se ha notado es que los tiempos cambian y los canales no saben muy bien como adaptarse. Por ejemplo, los ejecutivos de las networks pidieron a los periodistas que dejasen de escribir artículos diarios sobre audiencias y que esperaran más tiempo, para saber cuantos espectadores en total habían consumido los programas al cabo de unos días. Esta es la forma de medir un éxito y no los datos de la mañana siguiente, sobre todo en un panorama televisivo como el americano donde la televisión a la carta y las grabaciones están a la orden del día. Pero ellos, en cambio, todavía no han encontrado una forma de monetizar este consumo, a menos que sean haciendo pagar a los anunciantes por unos espacios que el espectador no necesariamente ve.
La miniserie de ’24: Live Another Day’ es un buen ejemplo. Si nos fiáramos de las audiencias que cosechaba en el primetime de los lunes, las cifras eran algo modestas por debajo de los dos puntos en los demográficos y menos de siete millones. Pero si se contabilizaban los visionados en diferido, la cifra podía elevarse por encima de los doce millones, un dato mucho más atractivo para el canal FOX. Por esto el director ejecutivo del canal, Peter Rice, no ha descartado traer de vuelta a Jack Bauer otra temporada, ni que sea a modo de evento en un par de años. Tiene un público, otra cosa es que sea capaz de materializarlo durante el primer pase.
Este, por lo tanto, es el gran reto de la televisión americana en abierto. El consumo sigue existiendo pero cada vez es más difícil conseguir que el público se fije en tus productos cuando tú quieres, a menos que seas la moda del momento y nadie quiera perderse la cháchara del día siguiente en el trabajo. No todas las series pueden ser ‘Scandal’, que es el fenómeno dramático de las networks, pero lo ideal sería que encontrasen una forma de sacar provecho de la oferta. ¿O ya han perdido la carrera y ahora el futuro sólo es de Netflix, Amazon y HBO Go? Esta es la pregunta que, quieran o no, está en la mente de todos.
Este verano nada ha podido compararse a los enfrentamientos de Michael Patrick King hace un par de años. Algunos periodistas habían afilado los cuchillos y esperaron el turno de preguntas para recriminarle al guionista de ‘2 Broke Girls’ si dejaría sus chistes racistas, a lo que él se ofendió, contra-atacó y básicamente les dijo que esa no era su serie. Pero no, no ha habido grandes combates entre críticos y creadores y proyectos como ‘Gotham’ tuvieron una buena recepción.
Da la impresión que, si deciden meterse con alguien, suelen elegir alguna serie más modesta (al reparto de la romántica ‘Manhattan Love Story’ les llovieron unas cuantas preguntas incómodas) y no las grandes apuestas. La precuela de Batman, por ejemplo, suscitó unos cuantos comentarios negativos por el guión, que dicen que no acaba de estar del todo bien atado, pero prefirieron quedarse con la ambientación y la promesa seria de Bruno Heller. ¿Y por qué tanta piedad, cuando este hombre precisamente escribió el arco de John el Rojo de ‘El mentalista?
Sea como sea, lo que sí se ha notado es que los tiempos cambian y los canales no saben muy bien como adaptarse. Por ejemplo, los ejecutivos de las networks pidieron a los periodistas que dejasen de escribir artículos diarios sobre audiencias y que esperaran más tiempo, para saber cuantos espectadores en total habían consumido los programas al cabo de unos días. Esta es la forma de medir un éxito y no los datos de la mañana siguiente, sobre todo en un panorama televisivo como el americano donde la televisión a la carta y las grabaciones están a la orden del día. Pero ellos, en cambio, todavía no han encontrado una forma de monetizar este consumo, a menos que sean haciendo pagar a los anunciantes por unos espacios que el espectador no necesariamente ve.
La miniserie de ’24: Live Another Day’ es un buen ejemplo. Si nos fiáramos de las audiencias que cosechaba en el primetime de los lunes, las cifras eran algo modestas por debajo de los dos puntos en los demográficos y menos de siete millones. Pero si se contabilizaban los visionados en diferido, la cifra podía elevarse por encima de los doce millones, un dato mucho más atractivo para el canal FOX. Por esto el director ejecutivo del canal, Peter Rice, no ha descartado traer de vuelta a Jack Bauer otra temporada, ni que sea a modo de evento en un par de años. Tiene un público, otra cosa es que sea capaz de materializarlo durante el primer pase.
Este, por lo tanto, es el gran reto de la televisión americana en abierto. El consumo sigue existiendo pero cada vez es más difícil conseguir que el público se fije en tus productos cuando tú quieres, a menos que seas la moda del momento y nadie quiera perderse la cháchara del día siguiente en el trabajo. No todas las series pueden ser ‘Scandal’, que es el fenómeno dramático de las networks, pero lo ideal sería que encontrasen una forma de sacar provecho de la oferta. ¿O ya han perdido la carrera y ahora el futuro sólo es de Netflix, Amazon y HBO Go? Esta es la pregunta que, quieran o no, está en la mente de todos.
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