lunes, 3 de noviembre de 2014

Él y ella

En nuestro proceso de formación como personas, una de las lecciones indispensables es aprender que todo es subjetivo. Puede que nunca nos acabe de gustar del todo, pues la tendencia a creer que uno mismo tiene razón es demasiado atractiva, pero si queremos convivir en sociedad muchas veces debemos entender que depende del punto de vista de cada uno. Se puede aplicar a las urnas, a un juicio (la jueza del “in my opinion” de ‘The good wife’ es una talibán del tema) o a los recuerdos que guardamos.

Estas diferencias son la esencia del drama en televisión. No hay nada más suculento que personajes enfrentados por perspectivas distintas, por su incapacidad de ponerse en la piel del otro y de creerse en la verdad. La mitad de las disputas de las franquicias de ‘The real housewives’ tienen que ver con estas realidades distorsionadas por los datos fraudulentos, las falsas impresiones y unas circunstancias personales no siempre bien expuestas, y podemos aplicar el cuento a todas las relaciones de las series desde ‘Anatomía de Grey’ hasta ‘Modern Family’ o ‘Mad Men’.

Otra cosa es que estemos acostumbrados a fiarnos del narrador de las ficciones. En ‘True Detective’ descubríamos que los hechos que Rust contaba podían estar mezclados con mentiras pero las imágenes nos mostraban la verdad pero ‘The Affair’ lleva esto a otro nivel. Tenemos dos narradores, Noah y Allison, y los dos tienen recuerdos muy distintos sobre cómo empezaron su aventura en un pueblo costero mientras sus respectivas parejas les esperaban en casa. Pero la importancia va más allá de unos simples cuernos: pueden ser la clave para entender algún crimen, todavía no sabemos cuál.

Esta yuxtaposición de recuerdos hacen que ‘The Affair’ resulte una obra bastante estimulante, que prácticamente sea un thriller psicológico. No es tanto porque ambos se ven con muy buenos ojos a ellos mismos sino porque la serie entra en un juego donde es difícil desglosar qué sucedió, qué es un malentendido, qué es una falsa percepción de uno mismo y qué dato se manipula con alevosía para crear una coartada.

Habla de aquello que somos y de lo que proyectamos (Allison, por ejemplo, puede no estar mintiendo cuando se ve como una víctima del destino y puede que Noah tampoco mienta cuando la describe como una femme fatale), y es imposible saber hasta donde nos conducirán esos recuerdos, hasta qué punto las tergiversaciones jugarán un papel importante en el caso que investiga la policía.

Esto también obliga a andarse con cuidado con este drama. Sus creadores son Sarah Treem y Hagai Levi de la ‘En terapia’ americana y la original y, como ya exploraron en su introspectiva ficción, las palabras esconden demasiadas verdades y pulsiones. Hasta que no termine ‘The Affair’ no sabremos con certeza lo que querían contarnos y porqué se han modificado esos recuerdos. ¿Nos está haciendo el retrato de dos adúlteros que solamente se excusan y de implicación indirecta en un crimen? ¿O estamos ante el retrato de un sociópata?

Dominic West vende muy bien la figura del padre de familia agobiado por las circunstancias familiares y con Maura Tierney forman un matrimonio muy natural, pero cualquiera se fía de Ruth Wilson. Quien la viera en ‘Luther’ sabe que esas facciones pueden ocultar horrores y no me fiaré de su retrato hasta que lleguemos a los últimos segundos de la temporada. Allison y Alice (su personaje en ‘Luther’), al fin y al cabo, son apellidos demasiado similares como para disasociar estos retratos tan fácilmente.

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