A veces sólo hace falta publicar un apunte de una serie para que esta decida llevarte la contraria y dejarte en evidencia. Fue decir “a estas alturas ya no puedo dejar ‘Anatomía de Grey’ pero debería” y automáticamente ha resurgido de entre sus cenizas. No es que se haya rejuvenecido sino más bien lo contrario. Ya prácticamente tiene once primaveras, lo que en televisión es una eternidad y media, y está utilizando todos estos años a su favor.
Shonda Rhimes, que es perra vieja, coló un episodio con retazos del pasado que fue maravilloso. Quiso hacernos un repaso de la vida de Meredith Grey después de saber que tenía otra hermanastra, en este caso Maggie, la nueva cirujana cardíaca que entró en el hospital para saber más de Ellis y de Richard, los padres que la dieron en adopción. ¿Me creo que Shonda tenía previsto este giro biográfico de Meredith desde que comenzó la serie? Ni en broma. He visto aviones caer. Pero metió esos flashbacks con una maestría que se merecía un aplauso. La imagen de Ellis con alzhéimer diciéndole a Meredith “qué lástima que no conociste a mi hija”, dejándonos con la duda de si hablaba de la hija que tenía delante o de Maggie, fue para quitarse el sombrero.
Esta mezcla de flashes de hace años o recreaciones de la infancia de Meredith han servido para pintar a la protagonista como un personaje redondo. En el octavo episodio, por ejemplo, otra vez reutilizó instantes de Ellis y también del piloto con Derek y Meredith conociéndose en el sofá. A veces parece que no haya pasado nada de tiempo pero hemos visto desarrollarse a los protagonistas, hemos visto envejecer a Patrick Dempsey y a Ellen Pompeo y, si cogiéramos una fotografía de cuando comenzamos la primera temporada, nosotros también. Cuando tenía 19 años y comenzaba la universidad, no tenía las cuatro canas que he heredado de mi padre y que me han salido a los 28.
De cara a esta undécima temporada, sin embargo, admiro algunas ideas que suelta Shonda y que a menudo saludo con reticencias porque las experiencias no siempre fueron buenas. Pongamos, por ejemplo, el episodio de la terapia de pareja de Arizona y Callie. Esos siete minutos, donde intercaló distintas discusiones de las dos, fue terriblemente insoportable, casi tanto como los roces de Meredith y Derek del último episodio. Pero cuando llegó el final del episodio pude respetar la decisión creativa. Aportó a los personajes, aportó a la trama y entendí que una posible ruptura no es fácil de observar. Lo mismo digo de la fantástica escena de despedida hasta finales de enero, cuando volverá ‘Anatomía de Grey’ con los 16 episodios restantes.
De momento, no está habiendo esa desesperación por crear triángulos amorosos innecesarios y se agradece. En cambio, estamos experimentando los entresijos de crear una familia, de prosperar y de conciliar el trabajo con la familia. Aunque cueste creerlo, Shonda lo está haciendo muy bien. Ha recuperado el toque, como si hubiera recobrado las ganas de darle vida a su primer éxito, en lugar de provocar que se apague lentamente, que es la inercia que seguía. Los episodios han tenido ritmo y por primera vez en mucho tiempo se molestan en contarnos los casos médicos y en vincularlos de forma orgánica a las situaciones de los personajes.
Y, como se trata de la reina del drama, se ha marchado con una tragedia en ciernes. No, no me refiero a Geena Davis y sus orgasmos (¡pobre de tú que se los robes, Arizona!), que bienvenida sea con su presencia de 1,80 de estatura. Pero qué te voy a decir a ti, querido lector, si probablemente ya estás en el supermercado comprando kleenex para cuando ‘Anatomía de Grey’ regrese en enero.
Shonda Rhimes, que es perra vieja, coló un episodio con retazos del pasado que fue maravilloso. Quiso hacernos un repaso de la vida de Meredith Grey después de saber que tenía otra hermanastra, en este caso Maggie, la nueva cirujana cardíaca que entró en el hospital para saber más de Ellis y de Richard, los padres que la dieron en adopción. ¿Me creo que Shonda tenía previsto este giro biográfico de Meredith desde que comenzó la serie? Ni en broma. He visto aviones caer. Pero metió esos flashbacks con una maestría que se merecía un aplauso. La imagen de Ellis con alzhéimer diciéndole a Meredith “qué lástima que no conociste a mi hija”, dejándonos con la duda de si hablaba de la hija que tenía delante o de Maggie, fue para quitarse el sombrero.
Esta mezcla de flashes de hace años o recreaciones de la infancia de Meredith han servido para pintar a la protagonista como un personaje redondo. En el octavo episodio, por ejemplo, otra vez reutilizó instantes de Ellis y también del piloto con Derek y Meredith conociéndose en el sofá. A veces parece que no haya pasado nada de tiempo pero hemos visto desarrollarse a los protagonistas, hemos visto envejecer a Patrick Dempsey y a Ellen Pompeo y, si cogiéramos una fotografía de cuando comenzamos la primera temporada, nosotros también. Cuando tenía 19 años y comenzaba la universidad, no tenía las cuatro canas que he heredado de mi padre y que me han salido a los 28.
De cara a esta undécima temporada, sin embargo, admiro algunas ideas que suelta Shonda y que a menudo saludo con reticencias porque las experiencias no siempre fueron buenas. Pongamos, por ejemplo, el episodio de la terapia de pareja de Arizona y Callie. Esos siete minutos, donde intercaló distintas discusiones de las dos, fue terriblemente insoportable, casi tanto como los roces de Meredith y Derek del último episodio. Pero cuando llegó el final del episodio pude respetar la decisión creativa. Aportó a los personajes, aportó a la trama y entendí que una posible ruptura no es fácil de observar. Lo mismo digo de la fantástica escena de despedida hasta finales de enero, cuando volverá ‘Anatomía de Grey’ con los 16 episodios restantes.
De momento, no está habiendo esa desesperación por crear triángulos amorosos innecesarios y se agradece. En cambio, estamos experimentando los entresijos de crear una familia, de prosperar y de conciliar el trabajo con la familia. Aunque cueste creerlo, Shonda lo está haciendo muy bien. Ha recuperado el toque, como si hubiera recobrado las ganas de darle vida a su primer éxito, en lugar de provocar que se apague lentamente, que es la inercia que seguía. Los episodios han tenido ritmo y por primera vez en mucho tiempo se molestan en contarnos los casos médicos y en vincularlos de forma orgánica a las situaciones de los personajes.
Y, como se trata de la reina del drama, se ha marchado con una tragedia en ciernes. No, no me refiero a Geena Davis y sus orgasmos (¡pobre de tú que se los robes, Arizona!), que bienvenida sea con su presencia de 1,80 de estatura. Pero qué te voy a decir a ti, querido lector, si probablemente ya estás en el supermercado comprando kleenex para cuando ‘Anatomía de Grey’ regrese en enero.
5 comentarios:
Completamente de acuerdo. Está siendo muy gratificante para los que hemos seguido esta serie atestiguar el cénit de Meredith con 11 años de perspectiva a las espaldas. Esos flashbacks son una auténtica maravilla.
Muchos habíamos perdido la fe tras las temporadas que siguieron al accidente de avión, pero resultó que estábamos equivocados, que Greys podía volver a ser una serie interesante. Este arranque de temporada ha estado muy bien. Tanto el capítulo de Meredith buceando en sus recuerdos, como el de la terapia de Callie y Arizona como la winter finale, han sido capítulos estupendos. Como dije en mi blog, al final la solución a los problemas de la serie siempre estuvo al alcance de la mano de Shonda & associates: llevar las relaciones humanas entre los personajes hacia nuevos (y maduros) territorios.
Gracias por volver Greys, y gracias por tu post :)
¿Quien lo hubiera dicho, eh? ¡Anatomía de Grey por fin ha madurado! Y, la verdad, es más atractiva ahora que en estas últimas temporadas. Se ha convertido en una madurita interesante.
Muy cierto. Aunque yo soy de las que pienso que debería terminar cuanto antes, es verdad que me ha sorprendido para bien. Lo de Callie y Arizona me ha dolido bastante, pero el episodio estuvo muy bien llevado. Pensaba que con la marcha de Yang la serie ya iría cuesta abajo y sin frenos, pero se mantiene con bastante dignidad, es muy sorprendente. Me ha gustado ver a Geena Davis por ahí. ¡Ha sido un puntazo! Pero ojalá que ahora que ha vuelto a subir el nivel, Shonda buscase darle un final mientras está en buena forma.
esta undécima temporada, sin embargo, admiro algunas ideas que suelta Shonda y que a menudo saludo con reticencias porque las experiencias no siempre fueron buenas. Pongamos, por ejemplo, el episodio de la terapia de pareja de Arizona y Callie. Esos siete minutos, donde intercaló distintas discusiones de las dos, fue terriblemente insoportable, casi tanto como los roces de Meredith y Derek del último episodio. Pero cuando llegó el final del episodio pude respetar la decisión creativa.
angelabel
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