Los anuncios de Telecinco anunciaban estos días que en CSI: Nueva York moriría una chica de un orgasmo. Una estrategia publicitaria de aquellas que se dirige a los instintos más bajos. Pero, por más emociones y flujos sexuales que vendan, ver cualquiera de los CSI da cierta sensación de déjà vu. El de Grissom y Catherine aún tiene algún resquicio de autenticidad, pero la fórmula ya empieza a ser un poco cansina de tanto usarla. En cambio, no puedo dejar de aplaudir el inicio de la segunda temporada de Life, actualmente en emisión en Estados Unidos. Cada episodio goza de algún ingrediente secreto que lo convierte en inconfundible y evita que sea aborrecible.
Tanta conspiración en el tramo final de la primera temporada y la personalidad tan abrumadora de Crews (que se perdía completamente por el doblaje) obligaban a sospechar que la fórmula de Life también podría saturar al espectador y mucho antes que en la franquicia de Bruckheimer. Daba miedo que diluyeran los casos episódicos con tanto problema extralaboral del detective zen, pero en cambio los han dotado de más protagonismo. Y... qué recursos para atraer la atención del espectador. Un asesino en serie que numera los cofres donde mete los cuerpos en vida de sus víctimas, una pandilla de niños ricos y carne de psiquiátrico, un cuerpo que literalmente se rompe en pedacitos o un juego de polis y cacos (que prefiero que explique McGuffin). En cada episodio consiguen captar el interés del espectador y con unos soplos de aire fresco que ya no se ven demasiado (y más cuando la última temporada de The Closer, aunque muy efectiva, se quedó un poco a medio gas).
Además, como si estas joyas no añadieran valua por si solas, ha sido muy grato comprobar que el tono en general de Life ha cambiado: Crews sigue siendo igual de raro y Reese igual de pasota, pero su relación no es la misma. Hay una antiquímica entre ambos que hace saltar chispas (de humor). Y esto, más que por Crews, va por Reese, que Sarah Shahi está haciendo brillar como no había podido en la primera temporada. Ella y el argumento consiguen llevar el peso de la serie, sin necesitar obligatoriamente la verborrea incomprensible de Charlie para distinguir el producto de las demás series de detectives. El nuevo jefe de su unidad también está ayudando visiblemente a esta metamorfosis de Life que, aún y teniendo el caso del exconvicto presente en cada episodio, se ha vuelto mucho más llevadera y francamente más divertida. No es necesario mostrar grandes dramas para humanizar a los personajes. La cena familiar de Reese con su padre es un buen ejemplo de cuánto decir con tan pocas palabras, de concisión del guión y sabia mezcla del humor con el drama.
3 comentarios:
Poco más que añadir. Crews y Reese forman un dúo bastante sólido, y cada vez son más divertidos. Ella cada vez me parece mejor personaje, y ya estoy deseando que se entere de una vez de todo el rollo de la conspiración, porque entonces esto promete.
Estoy un poco cansado de estas series de policiacas con tramas autoconclusivas por algún giro original que tengan... Vi algún capi y tampoco me entusiasmó.
A mí la primera me gustó bastante (en vo) pero aún no me he puesto con la segunda.
Me alegro de que le des tu visto bueno, así la empezaré más confiada,jeje.
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