Ellas son el 2008 (I)

Este año, por culpa de la huelga de guionistas y las repercusiones que tuvo, ha sido distinto en el peor de los casos. La rutina televisiva como la conocíamos cambió. Algunas series se despidieron y no volvieron. Otras lo hicieron a destiempo. Los ingresos publicitarios bajaron y el instinto de riesgo de las cadenas generalistas puede haber sido castrado. Sin embargo no todo son penas: algo se puede aprovechar. Como por ejemplo, estas doce mujeres (tres de ellas en trío) que simbolizan lo mejor de este año:

Tina Fey

Si ha habido una reina durante los últimos meses, esta ha sido Tina Fey. Los sketches de Sarah Palin dieron la vuelta al mundo y, con ellos, se levantó el aura de misticismo que rodea a la responsable de Rockefeller Plaza. Además, logró alzarse con el premio a la mejor serie de comedia, a la mejor actriz de comedia y al mejor guión en los Emmy. ¿El único riesgo que corre? Demasiados laureles. Después de haber sido portada del Vanity Fair con una fotografía de Annie Leibovitz (si ella te retrata, ya puedes morir tranquilo) y renombrada como la novia de América es hora que dejen descansar a Tina Fey y que los medios de comunicación se centren exclusivamente en Liz Lemon, su personaje en la ficción (aunque muy biográfico). De seguir la estela icónica a su alrededor, podría quemarse con 38 años, puesto que la nueva temporada de 30 Rock, para empezar, no está siendo tan brillante como en otros tiempos.

Mary McCormack

USA Network nos brindó este verano una grata sorpresa. Ella fue tildada de la madura Veronica Mars pero, para ser sincero, de encontrársela se la hubiera comido con patatas. Ella se paseó por Al descubierto (In plain sight) con su contoneo y su encanto de furcia de carretera que hizo las mil delicias de los adictos a los buenos personajes de televisión. Los secundarios, sorprendentemente, aún fueron mejores. ¿Y los casos que trata esta huraña US Marshall? Pues apostando por la variedad en cada episodio. Un más que correcto pasatiempo televisivo (y más si se tiene en cuenta que estaba destinado a la sosa temporada estival).

Anna Paquin

True Blood, solamente por enfrentar a la crítica y al público, merece estar en esta lista. Algunos dicen que es una tomadura de pelo de Alan Ball. Otros, en cambio, predican acerca de ella con palabras grandilocuentes propias de las obras maestras. Ni es tanto ni es tan poco: es un entretenimiento banal que ha alegrado la programación y las mesas de debate. Y es en su intencionalidad banal donde reside su encanto. Quién busque sutiles metáforas raciales y gays que busque en otra parte, porque aquí es tan obvio que ni tan siquiera se necesita buscarle una lectura. Pero que nadie se equivoque con respecto a Paquin: no está en la lista meramente para representar a True Blood. Si está es por el renacer artístico que ha protagonizado, por tener tantos detractores y por ser, en mi opinión, una de las mejores interpretaciones de esta temporada. Su Sookie Stackhouse es un deleite.

Connie Britton

Tami Taylor ahora es la directora del instituto de Dillon. Tener que luchar contra el establishment formado por la alcaldesa o Garrity no puede ser fácil. Esta premisa de Friday Night Lights, sin embargo, no es desalentadora: después de la triunfal primera temporada y de la resaca de la victoria que supuso la segunda, en esta tercera entrega se ha encontrado un equilibrio. Ya no serán los Panthers del principio, puesto que el factor novedad, ese flechazo que supuso, es irremplazable. Pero han vuelto al primer plano, han vuelto al fútbol, Connie Britton sigue enamorando con su simpatía y aparece, menos de lo deseable, Janine Turner. Ahí están Riggins, Tyra, Lyla, Saracen... irremplazables, básicos, rodeados de la estética de Dillon, de esa cámara inquieta que capta los pequeños matices de cada uno de ellos y retratando la decadente y desesperanzada América profunda. Los adolescentes más maduros de la televisión. Nunca habrá suficiente propaganda para lanzar y relanzar Friday Night Lights, siempre al borde de la cancelación y siempre lográndola. Como los Panthers, siempre jugando al límite y guardándose el touch down de la victoria para el último minuto.

Kyra Sedgwick

Ella es Brenda Johnson. Brenda Johnson es The Closer. Ahora sólo falta hacer una regla de tres. Infravalorada por el mundo del cine, Sedgwick encontró en el canal TNT su vía de salvación. Y no solamente se salvó a ella, sino que sacó a flote la cadena y se forjó una de las reputaciones más férreas e imperturbables de la televisión. En la cuarta temporada, más ligerita, tampoco ha dado muestras de cansancio. Ha reservado, como siempre, la mejor de sus actuaciones y ha permitido que The Closer fuera, un año más, una de las series a tener en cuenta en el panorama televisivo. Y si esta serie es tan grande, además de por ella, es por su impecable utilización del factor humano. Brenda, como buena observadora y conocedora de la naturaleza, sabe tener en cuenta esta probabilidad. Así los diálogos se hilvanan alrededor de un profundo conocimiento y con un temple más propio de cirujanos que de guionistas. A tenor de lo procedimental de los episodios, siempre cautiva la cura con la que se trata los sospechosos y testigos. Asimismo, fascinan las actuaciones de los actores ocasionales, que a lágrima viva o con estáticas expresiones, siempre bordan los papeles y rebosan humanidad. ¿Será que los guiones se lo ponen demasiado fácil?

¿Y cuáles serán las cinco series que faltan? ¿Cuál será el trío revelación de la temporada? La segunda parte de la lista está disponible aquí.