En televisión no existen las segundas oportunidades o por lo menos pocas veces se conceden. Cuando un producto no funciona, no hay forma de levantarlo por más esfuerzos y cariño que deposite el canal. Así que la decisión de la ABC de hacer un remake de su ya fallida Cupid fue una arriesgada estrategia, pues ni cautivó a la crítica ni retuvo al público frente el televisor a finales de los noventa. ¿Hay ahora lugar en la programación para una serie tan ligera como empalagosa?
The Ex List ya sirvió de respuesta: No. Mientras que los mismos cuentos de hadas realizados para el cine consiguen llenar las salas de proyección, no atraen a los románticos al sofá. Cupid, de momento, no está siento la excepción. Las historias de amor que maquina un hombre que cree ser el Dios de la mitología romana en el Nueva York actual está siendo un ligero fracaso. Pero es enigmático que, pese a sus limitaciones, esta clase de ideas no penetren en los hogares. No digo que sea buena, pero es una versión muy digna (para los cuarenta minutos de los que dispone) bastante superior a algunos bodrios cinematográficos.
Love Actually representa mejor que cualquier otra película la paradójica situación. Era una cursilada que machacaba todos los tópicos del género, los exageraba un poquito, y mezclaba una batería de romances de complejidad nula en la sala de montaje. Esto no evitó que lograra recaudar más de 240 millones de dólares en todo el mundo.
El mismo público, en cambio, prefiere ignorar los romances básicos que se exhiben de forma gratuita en televisión. Son previsibles y con extra de azúcar, pero no me esperaba ni más ni menos. Muestran a un Bobby Cannavale mitad odioso y mitad entrañable (mejor en el papel que el antiguo Jeremy Piven, cuyo físico no es muy adorable), a Sarah Paulson como la cínica psiquiatra (en un personaje esquemático pero efectivo) y sobre todo grandes dosis de amor de manual, con un Nueva York idílico de fondo, vital y colorista. Incluso el vestuario de las actrices ayuda a fomentar visualmente el positivismo que impregna cada escena.
The Ex List ya sirvió de respuesta: No. Mientras que los mismos cuentos de hadas realizados para el cine consiguen llenar las salas de proyección, no atraen a los románticos al sofá. Cupid, de momento, no está siento la excepción. Las historias de amor que maquina un hombre que cree ser el Dios de la mitología romana en el Nueva York actual está siendo un ligero fracaso. Pero es enigmático que, pese a sus limitaciones, esta clase de ideas no penetren en los hogares. No digo que sea buena, pero es una versión muy digna (para los cuarenta minutos de los que dispone) bastante superior a algunos bodrios cinematográficos.
Love Actually representa mejor que cualquier otra película la paradójica situación. Era una cursilada que machacaba todos los tópicos del género, los exageraba un poquito, y mezclaba una batería de romances de complejidad nula en la sala de montaje. Esto no evitó que lograra recaudar más de 240 millones de dólares en todo el mundo.
El mismo público, en cambio, prefiere ignorar los romances básicos que se exhiben de forma gratuita en televisión. Son previsibles y con extra de azúcar, pero no me esperaba ni más ni menos. Muestran a un Bobby Cannavale mitad odioso y mitad entrañable (mejor en el papel que el antiguo Jeremy Piven, cuyo físico no es muy adorable), a Sarah Paulson como la cínica psiquiatra (en un personaje esquemático pero efectivo) y sobre todo grandes dosis de amor de manual, con un Nueva York idílico de fondo, vital y colorista. Incluso el vestuario de las actrices ayuda a fomentar visualmente el positivismo que impregna cada escena.
Cupid es vulgar al narrar los romances y seguramente es más propia de un domingo por la tarde, con la morriña, que para el primetime nocturno. Pero es agradable de ver y presenta todo aquello que supuestamente debería encantar a su audiencia potencial (los mismos que alaban El diario de Noa, Serendipity y Love Actually). Así que nadie la culpe por no haber revolucionado el género cuando la gente sigue yendo al cine a ver los mismos y agotados devaneos de siempre. Es su traducción televisiva y hace un buen trabajo a tenor de las restricciones del medio y de lo que debería esperarse de ella (que no es mucho).
7 comentarios:
totalmente de acuerdo con todo lo que comentas. Cupid no revoluciona el genero ni pretende ser más de lo que es pero ese es su problema y es que no tiene un algo, un elemento que llame a aquellos que preferimos ver la maravillosa Love Actually.
The Ex List fue toda una decepción pero yo habría mencionado a Valentine aquí. Si, aquella que cancelaron a las cuatro episodios..
Tiene una premisa muy parecida a Cupid y un perfil idéntico a ambas (the ex list y cupid) pero para mí era bastante divertida y el rollito de los dioses me molaba, no se. Era un placer culpable muy divertido y los "casos" de la semana eran los típicos pero los tejemanejes del grupillo lo hacían muy divertido..
Solo vi el piloto, y me parecio una serie entretenidilla, pero sin mucho que aportar.
Que en una serie normal podria ser suficiente, pero teniendo en cuenta que es un remake de una serie que no funciono hace no muchos años, lo lógico sería que hubieran hecho un capitulazo.
No entiendo el objetivo de resucitar una serie a menos que puedas mejorarla mucho.
Buenas,
Como Hewl, vi el primer capítulo y me pareció una serie entretenida para pasar el rato en vacíos temporales en los que no haya nada que hacer.
Tras ver el segundo y el tercero, me pregunté cuanto tardaría en cancelarse la serie. El guión es muy malo, no saben por donde coger las historias y es muy predecible.
Por cierto, quedáis todos invitados a mi nuevo blog de series que abre mañana.
Vi el piloto por curiosidad, pero no creo que siga con ella. Demasiado light y edulcorada para mi gusto.
Vaya, a mí me gustó Love Actually, con su sucesión de tópicos en progresión geométrica, que para mi gusto y sorprendentemente funcionaba bien.
Después de leer todo lo que he leído de Cupid, no me voy a subir al carro y la dejaré pasar. Parece que no se pierde nada.
Adri, no he hablado de Valentine porque nunca la vi. Cuando me planteé verla, ya la habían cancelado. Y casi que la pasé por alto. (Y yo fui claro detractor de Love Actually. ¿Lo único que valía la pena? El momento "cartulinas" con Keira).
Hewl, debieron pensar sencillamente que ahora sería el momento. Que la depresión financiera motivaría a los americanos a engancharse al algodón de azúcar. Y resulta que no.
Series On Air, es muy predecible y cada caso funciona milimétricamente igual. ¿Y se atreverán a que alguna historia de amor no termine de forma perfecta? ¿Habrá algún romance gay?
Ánade, comprensible. Yo quizá incluso prefiero The Ex List. ¡Qué ganas de que salga en DVD por alguna parte y así pueda verla!
Addison, nadie se ha mostrado muy interesado con Cupid. Es que es MUY dulzona. Aunque es lo que la serie debería querer, claro que no es lo mismo en este formato. No brilla tanto el amor y más cuando ni tan siquiera se trata de los protagonistas.
Que yo recuerde, el primer Cupid, el de Jeremy Piven, no fue un fracaso entre la crítica, sino todo lo contrario. Por si acaso, aquí va la cita de la revista 'Time': "In 1998, Cupid was a critics' darling, hailed for its lighthearted, romantic magic realism".
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