A ver quién conduce FlashForward

Durante dos minutos y diecisiete segundos la humanidad se desmaya y vive un instante del futuro. Abre los ojos otra vez en el presente y todo está patas arriba.

Lo complicado asusta y FlashForward, con su explosivo punto de partida, tenía las de perder a menos que se supiera cómo venderla. Pero a los ejecutivos de la cadena no les costó mucho decidirse: tenía que ser el nuevo Perdidos y debían comercializarla como la revelación que iba a ser. En este proceso, sin embargo, se olvidaron de que si la serie de J. J. Abrams hipnotizó fue sobre todo porque la mayoría ignoraba lo que se avecinaba. Y con FlashForward, en cambio, los espectadores teníamos muy claro por dónde irían los tiros. De aquí que el estreno más esperado del año, en lugar de ser una revelación, haya sido un déjà vu.

Hay en él, por ejemplo, un despertar en medio del caos que plagia descaradamente esa playa con los restos del vuelo Oceanic 815. Pero no sólo es este guiño lo que desluce esta carta de presentación, sino que en cuarenta minutos no hay nada que descoloque al espectador. Ni tan siquiera un paisaje apocalíptico, que debiera ser descorazonador, logra impactar. Se han vertido tantos ríos de tinta alrededor de lo que se vería que el piloto que no he experimentado esa sensación de ahogo ante la catástrofe y lo desconocido.

Sin embargo, no me atrevería a acusar este primer episodio de decepcionante. Hay en él mucho potencial, ya que el argumento seduce, pero también hay el riesgo de que se tome demasiadas licencias ya desde un buen principio. Y es que como muy bien apuntó MacGuffin en su blog, en Perdidos los personajes fueron fundamentales para suscitar el interés de los espectadores (de aquí que me niegue a aceptar un final demasiado místico para los losties) y FlashForward, en cambio, parece tener el ojo puesto directamente en el botín y no en el tesoro. De ser así, mejor que tengan una historia muy bien hilada de cara al mes de mayo, cuando se resolverá el apagón humano.

En esta línea transita especialmente la hija en la ficción de Joseph Fiennes (actor que, por cierto, nunca destaca) que tiene el mismo uso que en las películas de terror. Ella, al despertar, le confiesa a su niñera: “I had a bad dream. I dreamt there were no more good days”. Un apunte muy gratuito que obliga a dudar de las posibles malas artes de los guionistas.

Pero el camino ya se dilucidará en las próximas semanas, cuando veamos si son los personajes quienes conducen la historia o es la historia quien los maneja a ellos. Y por lo menos sabemos que, con Sonya Walger en el elenco, habrá un personaje que se sostenga. La capacidad de seducción de esta mujer siempre me ha intrigado.