Un cambio de cadena como el que protagonizó Southland, que tras ser desestimada por la NBC, la TNT la adoptó, el mayor problema que acarrea son los costes. Las cadenas generalistas suelen comprar productos de presupuesto más o menos holgado mientras que las de cable optan por la moderación. Por eso la cuestión era qué iba a pasar con Southland ahora que finalmente íbamos a comprobar los recortes (la segunda temporada, por más que ya se emitiera en TNT, eran los episodios rodados para la NBC y que el canal no quiso). Pues la sorpresa es que, contra todo pronóstico, la reducción de gastos le ha sentado de maravilla. A menos dinero, más ingenio y cariño.
Lo que me gustaba de Southland desde el principio eran sus interpretaciones, su imagen cruda y, como dicen los de Basura & TV, que hacían “el trabajo sucio del género policial”. Había un todo en sus episodios (los casos, el duro retrato de Los Angeles, los títulos de crédito desgarradores, las personalidades opuestas) que cuando terminaban los cuarenta minutos daba la impresión que habías estado en los bajos fondos durante un rato, viendo más un reportaje que una ficción. Y me aportaba algo. Con los recortes, sin embargo, tocaba una de dos: modificar algunos aspectos o hacer exactamente lo mismo con menos dinero. Eligieron la primera opción.
En lugar de meter todos los personajes en cada episodio, optaron por centrarse en tres parejas en cada uno y haciendo aún más protagonistas a Regina King, Ben McKenzie, Shawn Hatosy y Michael Cudlitz. Así han podido explorar mucho más a fondo sus distintas maneras de encarar el trabajo, profundizar en la implicación de la detective Adams en los casos, alimentar la relación entre el novato y su instructor, y demostrar que Sammy es algo más que un niño grande. Y lo mejor es que, con más humanidad, Southland ha crecido de forma exponencial, tanto por la química que exhiben sus parejas (el tándem de King con Jenny Gago, dos detectives de armas tomar, roba la función) como por la resolución de sus casos y lo que comporta para los policías.
Y en el aspecto técnico se ha resentido, aunque no como se podría intuir. Da la impresión que no tenían tanto tiempo para preparar la luz de las escenas pero este estilo menos depurado también da más efectividad a sus formas. Y los riesgos se los toman. Por ejemplo, soy incapaz de olvidar una escena del 9º episodio en que la cámara está dentro del coche con dos policías, el automóvil entra en un garaje, decenas de extras empiezan a correr despavoridos, los agentes salen del vehículo y la cámara se saca como se puede por la ventana para seguirlos. La imagen podrá ennegrecerse unos instantes cuando entran al interior, pero es un placer sentir la acción. Por no hablar del talento en la sala de guionistas: la caída de un agente en medio de la calle no es solamente un ultraje al cuerpo de policía; es una muestra del instinto animal de las pandillas que, como si fueran hienas, se ponen al acecho e intentan patearle mientras el compañero suelta disparos al aire para ahuyentarlos, como si se tratara de una antorcha. Puro arte.
Gracias a todo esto (que en realidad es más), Southland ha sido de momento el punto álgido de la ficción en este año. Es temprano, lo sé, pero aviso que cuando llegue la hora de hacer balance de este 2011, este drama policial estará en la lista de lo imprescindible. Así que, si aún no le has dado una oportunidad, no dejes que se te acumulen los deberes.
3 comentarios:
La pareja Regina King / Jenny Gago ha sido un gran acierto de esta temporada, no se como puede seguir renovando esta serie cambiando de cadena incluso, pero me alegro un montón de poder seguir disfrutándola.
Estoy totalmente de acuerdo. Esta serie es de lo mejor que hay, actualmente, en la televisión. Tanto ER como Southland han revolucionado el género dramático.
Lo mejor ha sido descubrir que a pesar de la bajada de presupuesto han sido capaces de seguir adelante y encima mejorar Southland. Y con las dificultades que ha tenido da la impresión que cada episodio es un regalo.
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