martes, 29 de noviembre de 2011

La mona que se viste de seda

Aún me acuerdo de cuando Mischa Barton regresó a la televisión con The Beautiful Life después de su frustrada experiencia en el mundo del cine. Iba acompañada de Elle McPherson y a los cuatro días le cancelaron la serie. Como antiguo admirador de Marissa Cooper, por supuesto le deseaba lo mejor (¡esos cafés con vodka a las ocho de la mañana...!). Esto no legitima, sin embargo, que pueda cambiar las reglas de la física televisiva para inventarme una realidad paralela donde ella salga favorecida: Barton, quiera o no, seguirá siendo una actriz muy limitada y TBL no sirve como obra de culto incomprendida. Simplemente no valía un duro.


Este cuento que os acabo de explicar viene a decir que debemos superar algunas filias y fobias para saber ver un poquito cómo está el bosque. Y lo digo básicamente por todos estos whedonistas que confunden a Sarah Michelle Gellar con Buffy y sienten la necesidad de defenderla ante cualquier crítica. Ella podrá merecer el título de diva televisiva porque interpretó a un icono, pero Ringer es mala. Ringer, de hecho, hasta se podría considerar el peor estreno de toda la temporada televisiva (que justamente no ha sido para tirar cohetes). Y la doble interpretación de Gellar hace que Nina Dobrev parezca la heredera natural de Meryl Streep.


Sí, también soy consciente que justamente yo soy de los que ve muchas series y programas que no son precisamente obras de arte. Make It or Break It, por ejemplo, tiene unas actrices mediocres, un discurso cristianófilo y está rodada (y escrita) con el cambio de los cafés de cualquier serie de ABC (y se nota), pero por lo menos sabe qué clase de serie es y actúa en consecuencia (o lo sabía, que ya no está como en sus inicios). Pero Ringer no tiene las luces suficientes para darse cuenta y es de esas que se embuten en un vestido de furcia, se pinta como una drag queen, se pone joyas de choni y al mirarse en el espejo se ve como una princesa de cuento.


Gellar va de intensa (y de versátil, que aún es más delictivo), las tramas serias deben hacer llorar a los profesionales del sector, los realizadores parecen no darse cuenta de sus limitaciones (a nivel presupuestario y también de talento) y el estilismo es una broma de mal gusto (¿por qué cuando veo a Gellar yendo de pija (sea Bridget o Siobhan) no puedo evitar pensar en aquel dicho de “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”?). También hay cero química entre los personajes (todos parecen actuar en series distintas) y hay unos arcos argumentales tan inverosímiles como aburridos que quieren dotar al relato de complejidad (el sponsor, Nestor Carbonell, París).


Si por lo menos tuviera la autocrítica suficiente, hasta podría salir algo entretenido y hasta cierto punto decente. La regla de honor de este subgénero es darse cuenta de los propios defectos y aprovecharlos a su favor. Pero como Ringer prefiere mentirse y considerarse un ambicioso thriller adulto y con clase perdido en la cadena equivocada (cuando todos sabemos que jamás fue destinada a la CBS), no hay forma de redimirla. Y es una lástima porque los placeres culpables que queman cartuchos a toda pastilla suelen ser los más entretenidos.

5 comentarios:

Álex dijo...

Discrepo en la frase final, Ringer es un placer culpable de los que queman cartuchos como si no hubiese mañana. Mala es, pero también muy entretenida.

Ese creerse buena la hace más ridícula a la par que más divertida (desde nuestra mirada). Yo la disfruto por esa locura en sus tramas. Aunque reconozco que a cada episodio Sarah Michelle Gellar me da más pena, la pobre se debe creer que está haciendo el papel de su vida.

Julio C. Piñeiro dijo...

Yo no si es por ventaja comparativa de Ringer o por agravio con el resto de estrenos mediocres, pero ni aún así creo que se pueda decir que la peor, a nivel absoluto, más que nada porque hay mucha mucha morralla inmunda. Ya que, dentro de los estándares de The CW, aunque no son precisamente altos, está funcionando.

Siempre he sido defensor de los placeres culpables pero también me consideraría a mí mismo un cínico si aceptase que es mala a matar, cuando la palabra más adecuada sería "cutre", literal (limitaciones presupuestarias) y figuradamente. Es serie B pura, y como tal, siempre despierta atracción, por ese principio que Pepe Colubi dió en llamar la TFC (Teoría de la Fascinación de la Cutrez).

Como ya dije cuando comentaste el piloto, el humor es tan descaradamente involuntario que a veces incluso se llega a pensar que lo hacen a propósito pero lo saben camuflar bien. Sinceramente, a veces hasta creo que el espíritu de Wes Craven ha poseído a los responsables de la serie. Al final se van a estar riendo de nosotros, y sin saberlo.

P.D.: Si hubiera Razzies televisivos, seguro que se llevaban la palma de nominaciones.

Unknown dijo...

Lo mejor de Ringer es precisamente eso, que es malísima, engancha no para ver algo que te gusta sino qué actuación es más mala o qué giro de guión es más inverosímil y justo cuando cuando no piensas que pueden ir a peor van y lo hacen por increíble que parezca.

Sarah Michelle Gellar es mala actriz, malísima pero es que el resto no se queda atrás, Kris Polaha le supera, la hijastra, la amiga, es un no parar.... bien podría considerarse la primera comedia de la nueva etapa de The CW.

Saludos!

Pd: Desde alguien que no es fan ni de la Gellar ni de Whedon

Crítico en Serie dijo...

Sí, sé que todos vosotros justificáis que "es tan mala que es buena", pero me suena a defensa y punto. Aceptaría que se considerara "tan mala que es buena" si fuera consciente de la mierda que es, pero como no ocurre así, solamente me parece condenable. No me moveré :)

Torpe Dama dijo...

Pero, ¿de verdad crees que no son conscientes de lo que están haciendo? Solo hay que ver los títulos de los episodios, para mí son lo más divertido de la serie y los considero una declaración de intenciones. Aunque no sé qué es peor en su caso, si hacer algo malo de forma inconsciente o ser tan snob que abrazan el cutrelux y además lo pregonan.