La película de Vero y los 100 programas de J.R.

La película de ‘Veronica Mars’ ya está aquí y por suerte las reacciones previas al estreno han tenido más que ver con artículos nostálgicos y la calidad de la película en sí que discusiones acerca de como afectará la industria. Su condición de película financiada a través de los fans podría significar que a partir de ahora algunos estudios prefiriesen el dinero del consumidor de antemano, pero de momento no hay ningún proyecto paralelo que indique que se vaya por este camino. Si tiene que aparecer alguno, saldrá cuando se vean los números de la detective post-adolescente.

A lo que no puede escapar ‘Veronica Mars’ es al debate de hasta qué punto hay que escuchar los deseos de los fans, sobre todo cuando estos han puesto dinero de su bolsillo y han permitido que exista. ¿El dinero ata la creatividad? A menudo se critica la mano de Harvey Weinstein en las películas que financia o compra, pero la presión de los admiradores puede ser todavía más potente. Pero curiosamente estos fans no estaban en la sala de montaje, ni tampoco en las lecturas de guión, así que Thomas era libre de entregar al público aquello que él quisiera.

¿Los fans, entonces, han sido una maldición? Sólo a medias. ‘Veronica Mars’ es una película simpática que sirve como anti-depresivo para aquellos que a día de hoy todavía recordaban esa traumática cancelación (como si no la hubiesen podido cancelar tras la primera temporada, que también hubiera sido predecible). Como habían avisado ya en la página de crowd-funding, giraría en torno a la cena de celebración de su graduación, diez años después. Un acto al que Veronica ni en broma querría asistir si no fuera porque Logan, su amor de juventud, necesita su ayuda: su última novia aparece muerta y ella parece ser el único ser humano que no duda de su inocencia.

A partir de este punto de partida, las apariciones de personajes recurrentes se suceden, volvemos a lugares comunes, hay escenas-homenaje y momentos meta como cierta alusión a Kickstarter, pero tampoco torpedean el propósito de la película. Otra cosa es que con estos elementos no se construye un caso lo suficientemente interesante y Thomas no domina muy bien los clímaxes narrativos. ¿Es satisfactoria como episodio extra-largo para nostálgicos? Sí. ¿Pero resulta recomendable como experiencia cinematográfica? No.

El experimento, no obstante, tiene un elemento tan interesante como frustrante y es el potencial que vemos de cara al futuro. Veronica no es una agente del FBI como se planteó Thomas de cara una hipotética cuarta temporadas (cuyo teaser se filtró) sino una abogada de expediente inmaculado. Todas las reflexiones acerca de su identidad, el entorno en el que creció y su adicción a la adrenalina dan los momentos más inspirados de la película. Nos recuerdan quien es ella y le dan una capa social que no se percibe en el resto de escenas. Y, sobre todo, nos obligan a querer una continuación, aunque probablemente le sentaría mejor el formato de serie de televisión que de saga cinematográfica.

P.D.Podcast: En ‘Yo disparé a J.R.’ no nos tenéis haciendo crowd-funding: grabamos cada semana por amor al arte, nuestra querida televisión. De hecho, hemos cumplido 100 programas en la podcastfera y lo hemos celebrado con una conversación distendida sobre televisión, porqué nos metimos en semejante percal y lo que se nos pasa por la cabeza. ¡A disfrutar!