viernes, 15 de julio de 2011

Primavera, verano, otoño, invierno... y One Tree Hill

Un día los libros de historia de la televisión analizarán como es debido el caso de One Tree Hill, una serie que duró el doble de lo que debía. Con la tontería, llevan ya cuatro temporadas renovando in extremis, en el típico caso de “cadena que está demasiado mal para incendiar la mitad de su parrilla”. Y lo mejor del asunto es haber vivido durante todos estos años la metamorfosis de una serie. Mala al principio, culpablemente decente a la mitad y una delirante agonía en los últimos años.


Seguirla ha sido como ver descarrilar un tren a cámara muy, muy lenta. Desde que los chicos abandonaron el instituto y volvieron con cuatro años más a sus espaldas (más series de adolescentes deberían aprender y saltarse la universidad), OTH dejó de tener sentido. Básicamente porque, puestos a hacer elipsis, avanza lo necesario para que nos creamos que pueden ser estrellas de la NBA, escritores de best-sellers, cantantes de éxito, directores de cine y dueñas de imperios de moda (todos a la vez). Con 23 años, ya aviso, es bastante improbable, incluso si vives el american dream. Pero por lo menos entonces tuvimos esa adorable y masoquista misión romántica de Peyton que iluminó la quinta temporada. Una chispa que ya se perdió en la sexta, con ellos asentados (y la firme misión de concebir hijos, algo que quiere toda mujer de 23 años en esta serie). Pero tras su marcha, los vagones de tren empezaron ya a dar vueltas de campana. Sin parar.


One Tree Hill se ha convertido, así a grandes rasgos, en una serie sobre la nada más vacía y absoluta. Como espectador siento que estamos viendo lo que va después de la despedida de una serie, una vez todos los personajes han encontrado su lugar en el mundo y no quedan conflictos que explorar, sólo un tranquilo pasar de los días desde el balancín del porche. Es divertido (desde un punto de vista analítico) y también muy aburrido (desde un punto de vista práctico) ver esta no-evolución y que llevamos tres años de modorra dominical. Vamos, que One Tree Hill es el Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera de la televisión, aunque muchos ni se hayan dado cuenta (por lenta, aburrida y pseudotrascendental, no por otra cosa).


También es curioso comprobar como todos los intentos de Mark Schwan por crear nuevos personajes son inútiles, pues nadie aparte del trío que queda (Haley, Nathan y Brooke) tiene el más mínimo interés, con la excepción de Julian. Ni tan siquiera los antiguos secundarios tienen algo de miga. Y también es (o más bien era) interesante ver los intentos desesperados para inventarse momentos de tensión cuando las dos parejas protagonistas tienen la vida resuelta. Si cuando eran adolescentes ya aparecían psicópatas de turno y un padre se podía volver un asesino, después nos llegaron la nanny Carrie, esa chica que intentaba suplir la identidad de Haley, y también la mujer que se hacía pasar por la difunta esposa de uno de ellos (y que terminó pegando varios tiros a éste y su novia). Pero ahora ni esto. Empezamos la octava temporada con un desvarío fantasmagórico (que no es nada en comparación con el alucinógeno de Lucas convencido de haber visto a su tío muerto) y desde entonces ha sido como hacer la siesta con un ojo abierto.


Su canal ya ha avisado que queda solamente una temporada de trece capítulos y que entonces se pondrá punto y final al relato. No, por favor, que no ocurra. Aunque pase los capítulos a cámara rápida, necesito seguir viendo a estos asentadísimos chicos de mi edad que se pasan el día reflexionando sobre lo bien que van sus vidas (y también al resto de secundarios sin gracia). Es todo tan abstracto y carente de sentido que empiezo a creer que sutilmente One Tree Hill se ha convertido en una serie experimental. ¿Os habíais preguntado alguna vez qué pasa con los personajes de una serie cuando se les da el cierre? Pues OTH, tan autoral ella, os da la respuesta.


(Y no, Peyton y Luke no han vuelto a la serie, pero es que cuesta encontrar fotos que valgan la pena y donde no salgan ellos dos. De ellos sólo sabemos que son muy felices y que Peyton es una fría zorra por no asistir a la boda de Brooke. Qué crueles son los guionistas.)

2 comentarios:

masill dijo...

Per mi, és el meu "GUILTY PLEASURE" particular, no hi puc fer res, és superior a mi, no ho se explicar, però d'altra banda tampoc me n'avergonyeixo.

Crítico en Serie dijo...

Per mi abans era un plaer culpable, però he de reconèixer que m'avorreix MOLT des que va marxar la Peyton. L'etapa en què va intentar re-conquistar en Luke (cinquena temporada) va estar molt aconseguida i és el millor de la sèrie. Però des de llavors... només ha anat cap avall, el que també l'ha fet més interessant com a obra 'deixallera'.