martes, 6 de diciembre de 2011

El pirómano de la casa de los horrores

Ryan Murphy es un autor televisivo que no deja igual al espectador porque opta siempre por los excesos, primero en Nip/Tuck, después en Glee y ahora en la terrorífica American Horror Story. Según él mismo comentaba el fin de semana pasado en el suplemento TVManía de La Vanguardia, no entendía porqué se tenía que esperar decenas de episodios en escribir un giro en la trama cuando este se podía incorporar en el cuarto episodio. El “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” de los guionistas, vamos.


Como espectador, coincido parcialmente con esta afirmación. La televisión ha cambiado mucho en la última década y el público se ha acostumbrado a los golpes de timón. De hecho, cuando se trata de productos serializados, a menudo necesitamos presenciar pequeños avances en cada episodio para no desesperarnos y ver que el relato fluye. No obstante, hay unas bases que hay que sentar antes de quemar trama como un pirómano.


Miremos, por ejemplo, otros productos serializados de la televisión como Revenge, Sons of Anarchy, Terriers o hasta The Good Wife. Antes de adentrarse en terrenos pantanosos para sus protagonistas, todas tuvieron unos primeros episodios de adaptación para contextualizarnos con el escenario, contarnos el punto del que partían los protagonistas y poder empatizar con ellos una vez empezara la acción. Y si bien es cierto que American Horror Story quiso cumplir con este principio con la llegada de los Harmon a una casa endemoniada, también lo es que se olvidó de dibujar a estos personajes como algo más que unas ratas de laboratorio que sólo sirven para sufrir y que son bastante prescindibles (podrían habernos cambiado a los inquilinos en el quinto episodio y no hubiera afectado ni al espectador ni a la trama).


El especial de Halloween, en cambio, fue el punto de inflexión a partir del cual Murphy pudo echar gasolina a la historia y decirnos exactamente sobre qué iba la serie. Descubrimos que giraba alrededor de los fantasmas que habitaron alguna vez la mansión y cómo la pobre familia Harmon se ve perjudicada y jodida por su presencia. La escena en la que los antiguos inquilinos vuelven a entrar a la fuerza en el hogar fue reveladora.


Esto no quita que, en cierto modo, también simbolizara una especie de salto del tiburón, sobre todo tras presenciar cómo se ha desarrollado la historia desde entonces. En lugar de racionar las participaciones de los antiguos inquilinos y preparar cada una de sus incursiones, Murphy está obsesionado con hacerlos bailar todos a la vez y, con tanto movimiento, hasta alguno de ellos ha perdido toda lógica. Tate, que era el personaje más interesante (porque es la humanización de la figura del psicópata), se ha perdido entre tan poca sutileza, confabulaciones sin mucho sentido y prisas por contarlo todo en tan poco tiempo. Es un atropello indiscriminado de cualquier personaje o elemento con potencial.


Para el señor Murphy, esto es la nueva televisión: impedir que las tramas respiren y sacar la artillería pesada cuando menos efecto tiene, simplemente porque él puede. De aquí que, de repente, te descoloquen con unas imágenes en el Vaticano que harían chirriar los dientes a la mismísima Sookie Stackhouse (que por lo menos ella es inteligentemente posmoderna). Pero esto por lo menos demuestra la consistencia del autor de superarse cada vez. Con Nip/Tuck perdió la clase en la tercera temporada, Glee dejó de tener sentido a los trece episodios y American Horror Story se chamuscó en el quinto episodio. Con un poco de suerte, el próximo proyecto no pasará del piloto.

5 comentarios:

Leu Zenit dijo...

¡Gracias!

Que conste que estoy enganchado, pero 'American Horror Story' no es buena, como dije en mi blog la semana pasada. Si fuese una serie en abierto tal vez comprendería los giros de trama tan bruscos y continuos, pero siendo de cable y con esas audiencias (vamos, que tienen libertad para planificar las cosas con tiempo y trabajar como quieran), no entiendo que los personajes cambien ya de personalidad de un episodio a otro solo porque a Ryan Murphy le apetezca, por ejemplo, (SPOILER del 1x08) meter a Vivien en un psiquiátrico (Fin SPOILER).

Un telespectador más dijo...

Pues a mi no me parece que se haya quemado muy pronto, y lo que e smás importante, creo que no nos haya presentado a la familia Harmon como debería porque realmente no son ellos los protagonistas, sino los fantasmas que habitan en la casa y sus historias, que son los que realmente tienen peso y van conduciendo la trama.

Saludos!

Ricardo Sanjurjo dijo...

A mí AHS es una serie que cada vez me cuesta más ver, porque incluso ahora, que han decidido darle trama, no dejan que pase un capítulo sin enmarañarlo todo una vez más. Y es que quieren dar la impresión de ir resolviendo cosas... Pues todo lo contrario.

En el fondo es como una mala imitación de una peli de Lynch. Pretendes que todo tenga un aire paranoico y raruno y lo único que consigues es que sea confuso.

Eloi dijo...

Anda, como te pasas! Una serie no puede dar el salto al tiburón en el 5o episodio. El problema es que ya empezó mal. Pero sí que es verdad que estos últimos capítulos estan siendo un poco más flojos.
Me da rabia esto que comentas de Tate, pues es verdad. Ha perdido su gracia.
Y lo del vaticano ya es para suicidarse.

Crítico en Serie dijo...

Telespectador, aceptaría que hay otros protagonistas aparte de los Harmon, pero sí que son ellos quienes deben sufrir más y alrededor de quienes gira la trama. Por lo tanto, deberían importarnos más para que dramáticamente estuviera mejor la serie. Necesitas un centro emocional con el que sufrir y los fantasmas ni la loca de Jessica Lange lo son.

Y sí, es improbable que una serie salte el tiburón en el quinto episodio, pero como todo el mundo estaba alucinando con los inicios, pues podría ser. Aunque, en realidad, decir que salta el tiburón en el quinto episodio es lo mismo que decir que es una serie fallida desde el principio.